Cómo ayudar a nuestros hijos ante la pérdida de un ser querido, por Olimpia Tardá

    Por OLIMPIA TARDÁ, gerente del internacional montessori school
    Psicóloga infantil, especialista en coaching familiar

    “El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte acaba por negar a la vida”. Así definía Octavio Paz, escritor mexicano premio Nobel de literatura en 1990, la postura de los mexicanos ante el significado de la muerte y, de ahí que el día de los muertos sea para ellos un día de celebración a la vida y de reencuentro con los difuntos.

    He tenido la oportunidad de visitar México en estos días y su forma de vivir estas fechas es realmente impresionante. En hogares, comercios, en las calles, se colocan altares realizados con diferentes símbolos, comida, velas , fotos de las personas fallecidas , todos ellos decorado con la flor de cempasúchil, una flor preciosa de color anaranjado que crece en el país tras la temporada de lluvias.

    Esta forma de honrar a los difuntos permite que sus almas encuentren el camino de regreso a casa para convivir con la familia este día. Es un día alegre, de fiesta, muy lejos del luto y tristeza a la que estamos más acostumbrados.

    Vivir la muerte de un ser querido, es sin duda, una de las experiencias más horribles y duras para el ser humano. Pero, en este sentido, el papel de la cultura y de la religión influye mucho en cómo lo afrontamos .

    El proceso de duelo es un camino por el que todo aquél que sufre una pérdida tiene que andar, para algunos será largo y doloroso y, para otros, lo será menos porque tendrá mejores herramientas que le ayuden a hacerlo más llevadero.

    Cómo padres y/o educadores, cómo podemos ayudar a nuestros hijos y/o alumnos a hacer este camino menos doloroso? Es importante que la persona encargada  de  dar la noticia del fallecimiento del ser querido, sea un familiar muy significativo para el niño, que lo haga en un entorno conocido, con tono de voz cálido, sin usar demasiado contenido abstracto ni metáforas (se fue a otra vida, se durmió para siempre, nos dejó,…), según que edad pueden no ser entendidas y crear más confusión y ciertos miedos.

    Adaptar el lenguaje al periodo evolutivo del niño y , usar un lenguaje claro; lo que se transmite debe ir acorde a las creencias de la familia, si no se es católico no tendrá sentido hablar del cielo, o de Dios porque el niño no lo entenderá si esto no forma parte de la práctica habitual familiar, preguntar sus dudas y aclararlas, preguntar sobre cómo se siente y acompañarle en sus emociones, ayudarles a constatar la ausencia creando espacios donde se pueda hablar del fallecido y ellos puedan expresarse con libertad.

    Las emociones más frecuentes son la tristeza y la rabia, pero a veces, puede aparecer la culpa así como el miedo a que ocurra lo mismo a otros seres queridos. Necesitan que se les dé permiso para llorar, expresar su rabia y cualquier emoción que experimenten. Ser atendidos y escuchados sin juzgar. Y como
    siempre, somos sus modelos. La forma en la que nosotros como adultos vivamos el proceso será el espejo en el que ellos se miren.

    Logo SGPlus de Sotogrande