De la visión artística de Bárbara nacieron Los Platos de Pan

    Utilizar los platos como un lienzo de la manera que lo hace Bárbara Pan de Soraluce no es tarea sencilla. Su gusto, sensibilidad y actitud ante la vida determinan la personalidad de sus creaciones

    Por Reyes Seijas

    “Me gusta que el plato sea mi lienzo, ya que sirva para comer es la segunda parte”. Este es el enfoque que desde el principio –hace seis años- tuvo Bárbara Pan de Soraluce cuando empezó. De la manera en que se planteó el plato es de donde surgió Los Platos de Pan. De ahí, de su habilidad y gusto por la acuarela, de su formación en la técnica con Carmen Muñoz y de la maestría de su hija para administrar su cuenta en Instagram. 

    Desde entonces se produjo la revolución en su vida, una inesperada etapa emprendedora con la que aún se muestra sorprendida. “De los 53 a los 59 años ha sido como el boom de mi vida. Yo he empezado a ser la más exitosa a partir de los 50, algo que me encanta y me gusta que se oiga”. Eso de que la vida está llena de oportunidades y que hay que saber cogerlas es lo que le ha sucedido a Bárbara, a quien le gusta recordar algo que una vez leyó: “haz cosas en la que eres bueno haciendo, porque serás mucho más feliz trabajando en ello”. Desde su taller en la buhardilla de su casa en Madrid y ahora también desde otro recién estrenado en su casa de Sotogrande, las manos de Bárbara dan vida a colecciones de vajillas personalizadas y hechas por encargo. “Al final yo me adelanté al tiempo de la pandemia y trabajo desde casa”. 

    La artífice de Los Platos de Pan es una mujer cercana, espontánea y de espíritu libre. Cualidades que iluminan su discurso, su vida y, cómo no, sus platos únicos. Felizmente casada y madre de cuatro hijos –sus mayores fans- de Soraluce nos decía: “necesito poco alago de fuera, lo tengo todo ya en el corazón”. Se denomina a sí misma “mujer objeto” cuando se refiere a toda su etapa pasada. Actualmente, en la faceta más creativa de su vida, ha revolucionado el mundo de la mesa y mantel con vajillas marcadas por ese sello personal que sus manos dibujan sobre diferentes materiales. Lejos de corsés y combinaciones rígidas, sus mesas son desenfadadas y no necesariamente demasiado elegantes, prioriza que los invitados se sientan cómodos. 

    En sintonía con esta filosofía está su predilección por el gres que, aunque no es el típico plato fino y elegante, “me encanta porque la plumilla se desliza de una manera que hace un sombreado precioso”, nos explicaba. Y a la hora de poner el color a todo lo que toca, Bárbara se decanta por los tonos monocromáticos, azules, grises y verdes que, como ella opina, “van con todas las casas”. 

    No necesita un espacio excesivo para sus talleres, que están llenos de plumillas y pigmentos con los que primero hace el dibujo central. Flores, insectos, productos de la huerta… sin un motivo concreto, copan la mayoría de sus creaciones. Y sobre ese primer dibujo perfecto y limpiamente definido “voy dando aguadas con el pincel en ese mismo tono” y así van adquiriendo la calidez que vemos al final del proceso. Luego el color, que aplica con otro tipo de pincel y pigmento más aceitoso, lo reserva para los bordes o para esos bichitos o insectos que de repente le gusta introducir. Bárbara contaba que Los Platos de Pan le han abierto nuevas puertas.

    Ahora sus dibujos también pueden verse en abanicos y en mascarillas. E incluso ha impartido online un curso sobre la pintura en porcelana. “No dejo de estar sorprendida por todo lo que me está pasando. Soy una mujer muy afortunada que ha entrado en un sitio donde ha encajado. Pero eso no me hace más especial, sino más consciente de todo lo que tengo que agradecerle a tanta gente”. 

    A día de hoy, sus platos engalanan las mesas de muchos que se han enamorado de su estilo libre, donde se valora el arte y la personalidad desenfadada, además de una buena comida que llevarse a la boca.

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