Y ahora la “burbuja” de las renovables

    Juan Carmona de Cózar. Abogado. Ex alcalde

    Bueno, no sé si es porque mis artículos sobre el tema sirven de algo, que no creo, o por pura lógica, pero ya se está pinchando esa burbuja. El hecho cierto es que, ante las protestas de agricultores y ecologistas, los alcaldes de los municipios de Jimena, Castellar, El Tesorillo, Gaucín y Casares se han reunido y han pedido públicamente a la Junta de Andalucía, que es el órgano sustantivo que autoriza las plantas de producción de energía de hasta 50 MW, que establezca una moratoria o suspensión de las tramitaciones administrativas, hasta que se planifique la ordenación del territorio para determinar las zonas aptas para la implantación de parques fotovoltaicos. Esa planificación es la que debe tener en cuenta los deseos de los municipios y los impactos de todo tipo, que generan las instalaciones y sus líneas de evacuación.

    Es justamente lo que yo proponía. Y como se hizo hace unos años con los parques eólicos de La Janda, Puerto Real, Chiclana…

    Esta medida retrasará mucho las autorizaciones y al final tendremos energía renovable o llamada verde, pero no tendrá capacidad para ser ALTERNATIVA a la “no verde”, pues su capacidad de producción será necesariamente limitada.

    Y así será hasta que las tecnologías no consigan más eficiencia de producción.

    El futuro de las energías renovables pasa necesariamente por la creación de grandes parques eólicos marinos, como ya se hace en muchos países del norte de Europa y en su día, por el aprovechamiento de la energía mareomotriz (la que generan las mareas) y la que pueden producir las corrientes marinas. Ambas tienen una enorme, casi ilimitada, capacidad de producción. Además son fiables en cuanto a su cantidad de producción, ya que no dependen de que haya más o menos nubes que amortigüen la luz solar o más o menos viento. Las mareas son matemáticamente exactas y las corrientes muy constantes. Pero aún estamos lejos de ese desarrollo tecnológico. Aunque todo dependerá de los intereses, fundamentalmente económicos de las grandes compañías eléctricas del mundo. Cuanto más suban los precios del gas y del petróleo, más interés tendrán por el desarrollo de esas tecnologías. 

    Mientras poco a poco, pero ¿se podrán lograr esos objetivos ambiciosos que anuncian los políticos que nos gobiernan, de que en el año 2030 el cincuenta por ciento de la energía producida sea verde, y del cien por ciento en el año 2050?

    Bellos deseos.

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