La relación entre el ser humano y los perros se remonta a 14.000 años de antigüedad. Compartimos nuestra vida con ellos y cada vez sabemos más sobre su lenguaje corporal, pero seguro que aún hay cosas que se nos escapa a la mayoría. Te contamos algunas curiosidades sobre ese querido amigo peludo
El olfato, su punto fuerte y su nariz, equivalente a su huella dactilar
Su sentido del olfato es diez mil veces más sensible que el del ser humano, gracias a sus 300 millones de receptores, frente a los 5 millones de los humanos. Y cada uno tiene una nariz única que los identifica. Esta particularidad permite avanzar en casos de investigación policial y saber si el perro de un sospechoso ha estado en la escena del crimen.
Entienden, reconocen palabras y emociones
Aunque influye directamente la raza o el entrenamiento de cada perro, hay estudios que certifican que por lo general los perros son capaces de aprender entre 150 y 200 palabras. Y además, nos entienden y conocen más de lo que pensamos. Son capaces de entender e interpretar las emociones humanas, a través del tono de voz y la expresión de la cara.
Son capaces de oler y detectar la enfermedad
Aquellos que tienen perros podrán corroborar que cuando están enfermos, sus fieles amigos no se despegan de su lado. Gracias a su alta capacidad olfativa, son capaces de oler una gran cantidad de compuestos orgánicos que producimos cuando algo no va bien en nuestro organismo. Y aún hay más, pueden ser adiestrados para olfatear y detectar el cáncer u otras enfermedades.
Su visión no se basa solo en el blanco y negro.
Desmontemos el mito de que los perros solo pueden ver en blanco y negro. Según una investigación dirigida por Marcello Siniscalchi, lo que les sucede es que son daltónicos y confunden el rojo y el verde. La explicación que dan a este hecho es el haber ido evolucionando de animales que solían cazar al amanecer y al atardecer, en circunstancias donde no era necesaria la visión en color.
Hay perros que no ladran.
No es lo habitual pero hay casos, como el del basenji, que no ladra. El motivo de ello es que su laringe tiene una posición distinta a la del resto de perros. Tiene cuerdas vocales, pero son más estrechas, planas y superficiales que las de los demás. Esta raza en concreto emite sonidos similares a los de las risas entre dientes.
Pueden deprimirse
Aunque estamos acostumbrados a que sean los primeros en recibirnos felices cuando llegamos a casa y mostrarse aparentemente despreocupados, existen estudios que aseguran que los perros tienden a un comportamiento pesimista o depresivo. Las pistas para saberlo: apatía, ladra en exceso, se porta mal, gimotea… Nada que no podamos solucionar prestándole más atención y saliendo a pasear con él a diario.
Ellos también se enamoran
Quizás no lo hagan de manera consciente, como nosotros, pero los perros sí que se enamoran al menos químicamente y así lo demuestra su cerebro. Al igual que le sucede al de las personas, su cerebro libera oxitocina o también conocida “hormona del amor” en determinadas circunstancias, como cuando ve a su dueño o a otros perros.
Pueden sufrir de alergia
Al igual que sucede con las personas, cada caso es diferente, pero si vemos sarpullidos u otro tipo de erupción cutánea, es muy probable que haya algo que le esté provocando alergia a nuestro perro. En estos casos lo mejor es acudir al veterinario, determinar qué le está afectando y ayudarlo mediante fármacos adecuados o cualquier otro tipo de consejo especializado.