El avistamiento responsable de cetáceos, la investigación y la educación ambiental son los tres pilares básicos para disfrutar del mar y sus riquezas desde el respeto mutuo entre el hombre y el ecosistema marino
Por Reyes Seijas · Fotos Cedidas
Con las condiciones meteorológicas idóneas y el hecho de estar en el pico de la migración de cetáceos que cada año pasan por el Estrecho de Gibraltar, se hace posible el avistamiento diario en las costas de nuestro litoral, disfrutando y aprendiendo mediante una travesía en velero o desde la propias costas linenses sin necesidad de usar prismáticos.
Nuestras intenciones son claras, queremos conocer el inmenso potencial natural que bordea estas tierras, impregnadas de olor a mar en el día a día pero sobre todo, llevarlo a cabo desde el compromiso con el océano y sus especies, el respeto y la base científica. Y para hacerlo, SGplus se pone en manos de las biólogas Rocío Espada y Estefanía Martín, cuya larga trayectoria de años de estudio en la zona, sus publicaciones en revistas científicas nacionales e internacionales respaldadas por el laboratorio de biología marina de la Universidad de Sevilla y su compromiso con la divulgación, decidieron canalizar hace cuatro años a través de Ecolocaliza. Una entidad campogibraltareña dedicada al estudio de cetáceos y basada en tres pilares fundamentales: el avistamiento responsable de cetáceos, la educación ambiental y la investigación.
La segunda ballena más grande del mundo pasa a 300 metros de la orilla camino al Estrecho
Las vías que tenemos para acercarnos y conocer de primera mano todo lo que nos pueden contar son diversas. Desde talleres y charlas divulgativas que con periodicidad ofrecen a pie de playa y en colegios, hasta avistamientos terrestres desde la pasarela del Fuerte de Santa Bárbara en La Línea o marítimos, mediante travesías con aforo reducido de 9 personas y participación activa en la toma de datos para la investigación que ellas llevan a cabo. “Intentamos involucrar a la ciudadanía, que la gente conozca el potencial a nivel natural que tiene esta zona, para que les nazca la necesidad de protegerlo. La responsabilidad es de todos, pero en general no se materializa por desconocimiento”, explicaba Estefanía. “Por eso uno de nuestros objetivos es que la gente conozca el protocolo y los barcos de avistamiento son potentes herramientas de educación ambiental, con las que puedes llegar a todos en grupo reducidos”, añadía Rocío.
La Bahía de Algeciras es la zona por excelencia de la cría del delfín común, especie en peligro de extinción en el Mediterráneo y en Andalucía concretamente, en peligro crítico de extinción. Aquí se localizan de forma permanente, donde se alimentan y reproducen. “Es claramente un laboratorio natural”, apuntaba Rocío. Pero cuando empieza la migración del rorcual común (junio-octubre), además de las salidas por la bahía para ver a estos delfines y estudiarlos, estas biólogas también organizan travesías más largas –de unas cuatro horas- desde Alcaidesa Marina, con posibilidad de primero ver los delfines y después bordear el Peñón de Gibraltar y navegar por la zona de levante linense hasta llegar a Sotogrande o bien hacer el recorrido a la inversa. Todo depende de las condiciones meteorológicas. Y es que el rorcual común, segunda ballena más grande del mundo con una longitud de entre 18 y 24 metros, pasa a unos 300 metros de nuestra orilla. En invierno suelen estar en el Mediterráneo para reproducirse y ahora, en época de migración, pasan por nuestras costas para atravesar el Estrecho hacia el Atlántico norte para comer, especialmente krill, y nuevamente retornar hacia el Mediterráneo. Es la llamada población Noreste Atlántica (NENA), independiente de una población mediterránea fija. “Esto es algo que se acaba de descubrir”, explicaba Rocío, “antes se pensaba que todas las ballenas hacían lo mismo, sin embargo ahora se sabe que hay dos poblaciones diferenciadas genéticamente”.
En la actualidad, estas biólogas abanderan el Proyecto Rorcual Común en el Estrecho Oriental, con el que se estudia esta especie desde las playas de La Línea, con la ayuda de voluntarios y gente que ellas mismas han formado. “La idea de todo es crear conciencia, porque llevamos años viendo muchas barbaridades”, apuntaba Rocío. La ubicación es perfecta, de hecho toda la zona de La Atunara forma parte del ZEC Oriental (Zonas especiales de Conservación) y con el minucioso estudio que desde hace tres meses vienen llevando a cabo, lo que pretenden es analizar los impactos a los que se están enfrentando estas ballenas por colisiones con embarcaciones, trasmallos, etc. El año pasado contaron 140 ejemplares desde tierra entre junio y agosto, y este año, según nos cuentan, las cifras van a ser similares.
La respuesta de la ciudadanía y el creciente interés de una población con ganas de poner en valor el ecosistema marítimo del Campo de Gibraltar, impulsan a Rocío y Estefanía a poner en marcha nuevas iniciativas divulgativas en la ciudad linense. “Me gustaría que esta ballena fuera el icono de La Línea, porque no pasan tan cerca de la costa en ninguna parte de España”.
Esta es la cruzada personal y profesional de estas amantes de la ciencia y del mundo marino, que no cesan en su labor de investigación y divulgación. Lo que más les preocupa, “que la gente no es consciente de que el cambio climático ya es una realidad”, aseveraba Rocío.