La actividad del histórico centro ecuestre de Sotogrande resurge de manos de la nueva dirección de la Academia Hípica Pizano Conde, con el objetivo de fomentar el deporte de la equitación con una enseñanza de calidad, pero sin olvidar el cuidado y el respeto por los animales
Visitar el Centro Hípico Sotogrande es pasear por un enclave destacado de la historia de Sotogrande, tanto por su ubicación en el antiguo Cortijo de Valderrama, como por la importancia que llegó a tener en la actividad del deporte ecuestre en la zona.
Una relevancia que, desde la nueva gestión a cargo de la Academia Hípica Pizano Conde Sotogrande, están dispuestos a recuperar. Su director, Juan Antonio Pérez Conde, nos hace un balance de sus primeros cuatro años al frente del centro, en los que, incluso con la pandemia de por medio, el trabajo desarrollado está dando sus frutos. “Comenzamos desde cero, sin ningún cliente y teniendo que rehabilitar las instalaciones, y ya contamos con unos 180 niños en nuestras clases semanales. Desde el primer momento, nuestro objetivo ha sido el de reflotar todo, recuperar el nivel de clases y la actividad diaria en el centro”.
Juan Antonio nos destaca una de las principales características de su academia, la adaptabilidad a cualquier nivel que presente el alumno que llegue al centro. “Tenemos unos 30 caballos dedicados a las clases, siempre en perfectas condiciones porque ninguno repite más de dos clases al día. La diferencia con otras escuelas es que tenemos un grupo de 10 ó 12 caballos de iniciación, animales súper nobles para quien no haya montado nunca, pero además contamos con otros 20 de más nivel, que tenemos también para alquiler y venta”.
“Son caballos de nivel medio/alto con los que los chicos de la academia pueden practicar al mismo precio de clase, pero también se pueden alquilar o comprar. Esta semana pasada uno de nuestros caballos de doma de San Jorge intermedia se ha vendido para Italia, y eso demuestra el nivel del que pueden disfrutar nuestros alumnos”, explica el director.
Mientras paseamos por las instalaciones, nos detenemos junto a unas cuadras en las que un magnífico ejemplar recibe cuidados de uno de los trabajadores. Juan Antonio nos explica que ese caballo, del que destacó su “perfecto estado de forma para competir”, pertenece a uno de los clientes que confía en el centro como residencia habitual para sus animales. “Tenemos dos tipos de pupilajes, en la cuadra y en el paddock. Incluso algunos clientes optan porque sus caballos estén durante la noche en la cuadra y durante el día salgan al paddock, donde viven en semi libertad”.
Sobre el futuro del Centro Hípico Sotogrande, Juan Antonio reconoce que le gustaría que “llegase a ser otra vez lo que fue, con alguna pincelada nueva, pero que sea un centro donde reunirte con tus niños para estar en contacto con la naturaleza. Que los alumnos aprendan a montar pero también a estar en el campo, lo que yo, siendo de Jimena, he vivido de pequeño”.
El director se define como “un niño de pueblo al que le gustaba montar a caballo, que empezó a competir y vio que de su hobby nacía su profesión. Eso es lo que intentamos transmitir a los alumnos, aquí se está para aprender a montar pero también para pasarlo bien”.
Para ese objetivo, una gran herramienta con la que cuenta Juan Antonio es la actividad que, ocasionalmente, realiza de recuperación de animales. Desde un burro afectado por un peligroso tumor, un pony casi moribundo, a una yegua que, tras su recuperación, incluso ha podido sumarse a los grupos de clases. Una labor voluntaria y absolutamente altruista que brinda una segunda oportunidad a animales en estado de abandono, y de la que saca una oportunidad didáctica para sus alumnos.
“A los animales hay que cuidarlos siempre y me gusta que los niños lo vean por sí mismos. Desgraciadamente alguno nos llegó en tan mal estado que no quise mostrárselo a los chicos en un primer momento. Pero una vez pasado un tiempo de recuperación, es positivo que los alumnos vean cómo hay que cuidarlos, dedicarle tiempo a sus paseos y a su alimentación para recuperarlos”, señala Juan Antonio.
“El equipo de veterinarios, dentista y herrador que tengo son geniales y les encanta explicar a los niños todos los cuidados que necesitan estos animales. Al final todos salimos ganando: los niños, los animales y yo mismo, porque me encanta ver el cariño que los chicos le dan a animales que lo han pasado tan mal y como a estos incluso se les nota el agradecimiento”, concluye el director de este histórico Centro Hípico, que contribuye a la variada la oferta de ocio de Sotogrande, complementándola con formación deportiva y amor por los animales.