La singularidad meteorológica de la comarca envuelta por los vientos de levante y poniente, no solo influye en la vida social. Los parajes naturales desvelan particularidades únicas y con historia

Por Colectivo Brezo: M. Colorado, J. Muñoz, E. Emberley, A. Benítez y F. Aragón

Muchas de las personas que visitan el Campo de Gibraltar se sorprenden al percartarse de la extrema preocupación diaria que mostramos tener los campogibraltareños por la dirección e intensidad de los vientos. Una de las primeras preguntas que se puede oír en un encuentro casual es: – ¿Hoy es Levante o Poniente? Y es que los dos vientos predominantes en nuestro Estrecho y su área terrestre de influencia llegan a determinar, en parte, la vida social, cultural y, como no, la vida natural de nuestra comarca.

Para poder observar en directo los efectos, la influencia y la importancia del viento, especialmente el Levante, en la configuración y desarrollo de los ecosistemas locales, no hay nada mejor que ascender a los Llanos del Juncal desde el Mirador del Estrecho. Al poco de la ascensión podemos ver como este viento fuerte y constante, soplando desde el Mediterráneo, ha llegado a formar una comunidad de árboles, principalmente pinos, alcornoques y acebuches, que aparentan haber sido “peinados” constituyendo una especie de conjunto escultural de apariencia extraña y de una singular belleza.

De la misma manera, son los vientos los responsables del bosque de niebla que ocupa unas 80 Ha de los Llanos del Juncal en la parte más alta de esta subida. Este bosque de laurisilva, a los pies de la Sierra de la Luna, está formado esencialmente por quejigos y alcornoques, acompañados de un matorral húmedo de helechos, ojaranzos, etc. y cubiertos de plantas epífitas tales como lianas, musgos, poli-polis, que forman una comunidad vegetal muy compleja. La importancia de este enclave consiste en que son fósiles vivientes de la vegetación propia de un clima subtropical que se extendía por gran parte del continente hace unos 1,8 millones de años. Hoy en día tan solo se puede encontrar en muy contados lugares de la península y en las islas macaronésicas (Canarias, Madeira, Azores). Podemos calificar a la laurisilva como una cápsula del tiempo permaneciente desde la última glaciación.

Esta comunidad se mantiene gracias a las nieblas que se mantienen muchos días al año en las cumbres de nuestras montañas, gracias al efecto Foehn. Este meteoro se forma gracias a los vientos cálidos cargados de humedad que llegan del mar. Cuando estos vientos se encuentran con las formaciones montañosas, que en nuestra comarca llegan perpendicularmente al Estrecho, se ven obligados a ascender topando con capas de aire más fríos que provocan la condensación de la humedad en forma de niebla. En estas circunstancias, cada hoja y cada rama de cada árbol o arbusto se convierte en un productor de gotas de agua que acaban regando el suelo del bosque. Es lo que se ha dado en llamar la “lluvia horizontal” y es la que mantiene esta maravilla natural.

Lo más interesante de esta ruta es el contraste que encontramos según vamos ascendiendo y que varía desde un entorno seco y semidesértico al principio hasta una auténtica selva tropical en las partes altas. En toda la subida no dejamos de contemplar el alto del Tajo de las Escobas que nos sirve de casi continua referencia visual. Al Este, al fondo del valle nos acompaña el bosque galería o canuto del río Guadalmesí (río de las mujeres, en árabe). Las vistas del Estrecho son magníficas, destacando la mole del D´Jebel Musa en la parte sur del mismo.  

Dada la importancia ecológica de este enclave singular no es de extrañar que se requiera un permiso oficial para poder visitar este especial entorno. Aun así, hemos podido constatar que no está libre de problemas tales como una masificación de visitas, acceso no permitido de vehículos a motor, ciclistas circulando fuera de las pistas permitidas y, pasmosamente, permitir oficialmente el paso de corredores del Eurotrail por este singular bosque.