Cada temporada de polo en Sotogrande supone la llegada de un buen número de caballos que disputan los chukkers en cada partido. Llega el momento de conocer los detalles de esa travesía por aire

Por Reyes Seijas · Fotos Doro Jr.

El polo es para Sotogrande uno de los ejes de su potencial deportivo y turístico. Una modalidad deportiva en torno a la que ha crecido una sólida “fábrica sin humo” – como se le viene a llamar en Sudamérica-, y que no solo genera empleo directo e indirecto, sino que ha creado una importante afición que traspasa generaciones.

Si bien los orígenes del polo en la urbanización se remontan a 1965, cuando Enrique Zóbel construyó la cancha de la playa, ya en 1971 se disputó la primera Copa de Oro. Y hoy, cinco décadas después, la celebración de la temporada de polo cada año constituye todo un acontecimiento deportivo y turístico, que sitúa a Sotogrande y su entorno más inmediato en el centro de todas las miradas.

Durante los meses de julio y agosto, las canchas de Santa María Polo Club se convierten en el epicentro mundial de este deporte con la celebración del Torneo Internacional MANSION de Polo, que este año llega a su 49 edición. Uno de los eventos más esperados del año y una competición que está posicionada como una de las cuatro mejores del mundo, con la participación de jugadores de primer nivel.

Este año, a pesar de la incertidumbre debido a la obligada parada causada por el covid-19, se mantiene el calendario. El torneo se celebrará del 25 de julio al 30 de agosto, disputándose las Copas de Bronce, Plata y Oro divididos en dos hándicaps. Como principal novedad, Santa María Polo Club anunciaba la concentración de toda la actividad deportiva del torneo en las instalaciones de Los Pinos. Lo que permitirá que el público al completo, pueda disfrutar tanto de la exhibición deportiva como de la variada oferta de ocio que cada verano se despliega en las instalaciones del club. Zona comercial, restauración y entretenimiento para todas las edades se reparte en espacios abiertos y acondicionados para asegurar un ocio de calidad y seguro de acuerdo a la nueva normalidad.

El traslado de los caballos de polo

En medio de toda esta intensa actividad deportiva se encuentran esos nobles y fuertes animales, los caballos. Ejemplares únicos sin los cuales el polo no tendría sentido. El caballo de polo es un ejemplar con unas características físicas especiales, criado y domado expresamente para el deporte.

El 90 por ciento de los caballos que disputan los partidos en Sotogrande vienen de Sudamérica -especialmente de Argentina, Uruguay y Brasil-, explicaba a SGplus el polista, domador de caballos y director de Iridike Polo Club, Luciano Irazábal. Amplio conocedor de este sector, con una dilatada experiencia en la maquinaria logística que mueve el  mundo del polo en torno a la importación de caballos a España.

El viaje se realiza en avión con destino directo a Frankfurt o París, para después llegar a nuestro destino en camiones. Antes, contaba Luciano, también se hacía en barco pero no es lo más recomendable. “Les supone más horas de viaje, sienten mucho el frío y les provoca estrés”.

En este traslado hasta Europa, las cuestiones sanitarias, la legislación y la organización requieren de manos expertas que permitan que el viaje de los caballos se haga bajo las máximas garantías de seguridad y comodidad. En este sentido, la experiencia de Luciano Irazábal nos ayuda a entender todo el proceso desde que se compra el caballo hasta que llega a jugar al polo.

Lo primero es domar al caballo y saber que está preparado para jugar, ya que los pasajes son cada vez más caros y traerlo no tendría sentido. Y por otra parte están las estrictas revisiones veterinarias, que conllevan entre 20 y 30 radiografías por caballo y un exhaustivo examen funcional, que incluye el llamado kissing spine, con la que se revisa la columna vertebral del ejemplar.

Sabiendo que todo está en orden, se traslada al caballo desde su ciudad de origen a una finca en cuarentena -que obliga la ley-, donde permanecerá el tiempo que estipule el país de destino y donde además de extracciones de sangre para el control de enfermedades infecciosas y un examen veterinario completo, recibe todos los cuidados necesarios respecto a la alimentación y al trabajo con ellos, para que no pierdan la forma física.

Cada país tiene sus propios requisitos, tanto para las pruebas que se deban realizar como para los tratamientos. Habitualmente, los tipos de enfermedades más comunes que se analizan son la piroplasmosis, la metritis, la arteritis viral equina, la brucelosis y la anemia infecciosa. En Europa, por ejemplo, no entra ningún caballo con esta última, nos aclaraba Irazábal.

Terminado el período de cuarentena, llega el momento de cargarlos en el avión. Normalmente son cargueros, en los que viaja la tripulación y los cuidadores o petiseros. Luciano nos explicaba que hay aviones que pueden traer hasta 80 caballos, pero en los de Lufhtansa –compañía que habitualmente los trae a Europa- normalmente vienen unos 20. Dentro del avión los caballos viajan en el horsestall. Antes podían venir cuatro sin separador, en un container cerrado donde puede entrar la persona que los cuida. Pero ahora, las medidas de seguridad son más estrictas y se exige que sean tres caballos con separador. Lo más importante una vez dentro es conservar la temperatura adecuada para ellos, que está entre los 15 y los 18 grados. Ya que si pasan calor, tienden a ponerse nerviosos. Durante el tiempo que dure el vuelo, los cuidadores estarán atentos de que no les falte comida, bebida y estén tranquilos.

La trayectoria habitual de un vuelo con origen Uruguay o Argentina y destino a Frankfurt, hace escala en Dakar, donde suele cambiar la tripulación. Y una vez en Alemania, el protocolo ordinario es entregar toda la documentación tramitada por los agentes de aduanas y con la autorización de las autoridades sanitarias del país de destino. El siguiente paso es descargar a los animales, que vuelven a pasar un control veterinario y tras una noche, se cargan en el camión destino al sur de España.

La industria del polo mueve afición y equipos a ambos lados del Atlántico. Y con ellos, espectaculares ejemplares de caballos que llegan a tierras del sur de España, tras una larga y cuidadosa travesía desde Sudamérica, para brindar apasionantes tardes de polo en las canchas de Sotogrande.