El Refugio del Burrito busca un mejor destino para 37 de los animales que fueron encontrados en estado de abandono. La investigación sigue abierta con un presunto culpable identificado
Por Reyes Seijas · Fotos Verdemar
La empatía permite al ser humano desarrollar una participación afectiva con respecto a los sentimientos de otra persona. Pero, qué pasa cuando ese afecto e implicación tiene que ver con un animal. Como seres vivos, estos sienten de igual modo el amor y el cuidado prestados; del mismo modo que sufren el maltrato y la vejación en el lado opuesto, llevándolos en ocasiones a situaciones extremas tanto física como psicológicamente.
Hace poco salía a la luz un caso llamativo de maltrato animal, concretamente de equinos (burros, asnos, mulos, caballos y yeguas). El responsable, un ciudadano de La Línea al que presuntamente se le imputan doce delitos continuados de maltrato e infracciones por abandono, llegando a causarle la muerte a seis de ellos y otros seis con lesiones graves. Todos ellos encontrados en distintos puntos del campo dentro de los términos municipales de La Línea y San Roque. El investigado tratante de equinos se enfrenta por ello a penas que van de los 6 a los 18 meses de prisión por cada delito cometido.
La investigación abierta por la Guardia Civil, se inició en marzo de 2019 y se ha visto complicada y ralentizada tanto por las irregularidades administrativas, como por las actuales circunstancias provocadas por la pandemia de la Covid-19. Según el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), la sensibilidad, la concienciación y la colaboración ciudadana han sido claves para la puesta en marcha de la investigación. El ciudadano imputado recibía 4.000 euros mensuales por el cuidado y la manutención de los animales que, como se ha demostrado, no ha llegado a tal fin.
Según el SEPRONA, son 175 animales los que este ciudadano tenía inscritos en su explotación ganadera, de los cuales se han podido identificar a 111 (43 caballos y 70 burros). La cara amable de la historia la pone El Refugio del Burrito, de Fuente de Piedra (Málaga), que desde que saltara la voz de alarma se ha hecho cargo de 37 de los equinos (entre burros y mulos) para asistirlos y buscarles un nuevo hogar, para lo cual hicieron un llamamiento urgente a través de las redes sociales pidiendo casas de acogida y ayuda económica que no ha tardado en dar sus frutos. Los donativos de los ciudadanos y las iniciativas puestas en marcha por otros colectivos como Verdemar-Ecologistas en Acción, en colaboración con Mercadillo Gatos Callejeros de Algeciras y la Asociación Senderistas del Castillo, de Jimena, están ayudando a la causa de la protectora.
Gracias a la labor de El Refugio del Burrito, cuatro de los animales rescatados de La Línea ya han encontrado un nuevo hogar. Un final feliz para unos animales que ya están a cargo de HOOPE Bienestar Animal, que se interesaron por el caso de estos equinos y ya viven en Madrid, donde están recibiendo los cuidados necesarios y la vida que se merecen.
El Refugio del Burrito se estableció en 2003 y es la primera subsidiaria europea de The Donkey Sanctuary, la organización británica sin ánimo de lucro fundada en 1965 por la doctora Elisabeth Syendsen para velar por la protección del burro en el mundo.
La protectora malagueña se encarga de investigar casos de negligencia, abuso, maltrato o abandono, así como cualquier denuncia pública que afecte a burros y mulos. Además, se implica de forma activa en causas que insten a la aplicación y mejora de las leyes vigentes en cuanto al bienestar animal y a la promoción de campañas de concienciación y protesta.
La sensibilización ciudadana de nuevo vuelve a jugar un papel fundamental a la hora de proteger y velar por el bienestar animal. En respuesta, El Refugio del Burrito también informa sobre la importancia del hermanamiento de los burros. “Son animales sociales, que pueden llegar a establecer relaciones de amistad o vínculos que duran toda la vida y normalmente no les gusta estar solos”, por lo que aconsejan que se adopten de dos en dos. Además, añaden, el hecho de separarlos “puede crearles un estrés que haga que dejen de comer y que puedan desarrollar una enfermedad que puede ser fatal, la hiperlipemia”.