El agua, esencia de la vida tan necesaria, es repartida por nuestra tierra por multitud de escorrentías, arroyos, canutos, incluso fuentes que podemos encontrar en los paisajes de la comarca, pero son nuestros ríos, quienes recogen las aguas de las elevaciones serranas y vertebran la naturaleza y sus paisajes.
POR COLECTIVO BREZO: M. COLORADO, J. MUÑOZ, E. EMBERLEY & F. ARAGÓN. FOTOS-Fernando Aragón.
El río Hozgarganta abraza Jimena de la Frontera una vez dejada atrás las Sierras del Aljibe y pasa por ser el único río de la cuenca andaluza que no tiene su cauce intervenido por la mano del hombre. Sus aguas corren libremente desde su nacimiento en La Sauceda hasta su unión al río Guadiaro, a quien tributa sus aguas en la conocida como “junta de los ríos” en el término del nuevo municipio de nuestra comarca, San Martin del Tesorillo.
Allí nuestro Hozgarganta confluye con Genal y Guadiaro para ya unidos, desembocar en el Mediterráneo en el término de San Roque, cruzando la urbanización de Sotogrande, donde debido a su escaso caudal, unas veces en periodos de escasas lluvias o bien por las numerosas extracciones que sufre, queda taponada su salida al mar, con la consecuente muerte de peces por falta de oxígeno en las aguas y la pérdida de los ricos sedimentos que arrastran los ríos en su desembocadura al mar.
El Hozgarganta en nuestra comarca propicia magníficas vegas con ricas tierras donde la agricultura tiene, nunca mejor dicho, campo abonado para su desarrollo. Diversos cultivos van roturando la vega de Marchenilla, que se extiende por Montenegral, cruza Tesorillo y llega hasta Guadiaro. Es reconocida la producción agrícola según los cultivos de temporada.
Genal y Guadiaro nos llegan a la comarca desde sus respectivos valles en la Serranía de Ronda, por lo que es el Hozgarganta, al tener la mayor parte de su recorrido en tierras del Campo de Gibraltar, a quien podemos catalogar como Río de la Comarca.
Y es para estar orgullosos de nuestro río, ponerlo en valor, atender su conservación y cuidado de sus aguas y cuenca, de su vegetación ribereña y bosques de galería, a la que alguna que otra lamentable intervención dañó en su paso por Marchenilla; de su fauna: con especies endémicas de libélulas, tres de ellas recién descubiertas y una de ellas en peligro (como no) de extinción: Macromia splendes y las otras dos vulnerables; Oxigastra curtisii y Gomphus graslinii, nutrias, que establecen su territorio a lo largo de su cauce, llegando a la junta de los ríos y por el Guadiaro hasta la misma desembocadura, galápago leproso, cangrejos de río autóctonos , el barbo gitano, la anguila, anfibios como el sapillo pintojo meridional o la salamandra e incluso otro endemismo en sus orillas como la araña negra de Los Alcornocales.
En nuestro río tampoco faltan: el martín pescador, tejones, garduñas y resto de fauna típica del Parque Natural de Los Alcornocales jalonan sus riberas. Con respeto, paciencia y silencio se pueden observar fácilmente.
Teniendo esta joya natural recorriendo nuestra tierra, es perentorio su cuidado y de importancia vital el extremar la vigilancia de su cauce y de sus aguas. No podemos deteriorar aquello que es un trascendental legado a las generaciones venideras.