Desde Sotogrande se da vida a un estilo singular de muebles únicos, elaborados con madera de abetos procedentes de talas controladas en los Países Bajos. Sostenibilidad y exclusividad para un estilo de vida natural
Por Reyes Seijas · Fotos cedidas
Desde el origen hasta el destino, pasando por la fase de producción. Todo detalle aquí está sujeto a una forma de pensar, de vivir, de convivir, de tratar y de disfrutar. En Bélgica y Holanda forma parte del acervo cultural el aprovechamiento de la madera, así como el conocimiento y la habilidad para trabajarla construyendo muebles propios y hogares enteros. Es parte de la herencia educacional, una instrucción asumida con gusto entre generaciones y que prolonga la sostenibilidad en la interacción con la naturaleza.
De acuerdo a su filosofía de vida, hace cuatro años Steven Coppens y Raquel Reviriego decidieron importar parte de ese legado artesanal. Hoy, la aplicación del conocimiento transmitido por el propio padre de Steven y la certeza en la posibilidad de perpetuar un estilo de producción acorde con el respeto a la naturaleza, ha hecho posible el impulso de Woodstock a toda España desde Sotogrande.
Para interior o exterior, la conocida como “madera holandesa” está indicada para todo tipo de muebles y destinos. En los Países Bajos ha desembocado en un estilo propio y muy requerido. Aquí, Raquel y Steven diseñan y elaboran muebles únicos y exclusivos para cada cliente según sus necesidades. Tanto para particulares como empresas, sus creaciones y proyectos son especialmente demandados en la hostelería –hoteles, bares, chiringuitos o restaurantes-, gracias a que se trata de un tipo de madera especialmente resistente al paso del tiempo, de mínimo mantenimiento y que permite un exitoso y único resultado estético final.
En tiempos en los que la convivencia respetuosa del ser humano con el medio ambiente no es solo esencial sino vital, el modelo de producción artesana que lidera Woodstock se basa en la genialidad de alargar la vida de la madera, de darle otra oportunidad. En este sentido a Raquel le gusta hablar de una “recuperación” de la madera, más de que de un proceso de reciclaje. Porque no solo consiste en el origen del abeto nórdico, procedente de talas controladas. Sino que los tablones de 5 metros que llegan al taller de Steven han sido previamente utilizados en la construcción para el andamiaje. Y ahí empieza el camino hacia un nuevo uso de una madera maciza, que terminará formando parte de vidas en forma de mesas, sofás, sillas, bancos, taburetes, hamacas e infinidad de accesorios, como maceteros, baúles, aparadores, consolas, espejos…
Pero, ¿cómo se consigue esa variedad personalizada y con los acabados que hacen único el estilo? Lo primero es trabajar la madera desde el amor y el gusto por lo que se hace, con la seguridad de que tanto la materia prima como los procedimientos no solo garantizarán la satisfacción del cliente, sino la personal y profesional.
Al proceder directamente de su uso en obras, la primera fase del proceso de trabajo en el taller es la limpieza y el lijado de los tablones, para retirar cualquier resto que pueda contener. Conseguido el primer objetivo y de acuerdo a los planos previamente diseñados, empieza la medición y el corte. Con el objetivo puesto en un acabado completamente liso y sin nada de rugosidad, Steven y su equipo lo vuelven a pulir. “Hay que lijarlo varias veces con diferente grano para conseguir esa suavidad al tacto”, nos contaba. A continuación viene el montaje de los muebles, para lo que utilizan cola especial de exterior en el caso de las mesas especialmente o tornillos para otros modelos, como los sofás. Después, una vez que está montado pero por piezas separado, comienza el barnizado u otro tipo de acabado, a petición del cliente. Hasta tres capas de barniz con un día de secado de por medio llevan todos los muebles. Y cuando se trata de conseguir otro acabado de color, antes del proceso de barnizado, se pinta y lija.
Cualquier etapa del proceso de creación es esencial y hay que hacerlo de manera correcta y minuciosa, para no interferir en la cadena de producción. “Cada pedido es único y eso es un reto”, comentaba Raquel, que junto a Steven han propiciado con maestría la introducción de un estilo de decoración que ofrece calidad, exclusividad y sostenibilidad.