La variante del virus original, con mayor facilidad y rapidez de contagio, afecta ya a 30 países europeos y provoca el incremento de la presión sanitaria en la tercera ola
Por Reyes Seijas
Hace más de un año que venimos hablando de coronavirus. Desde que comenzaron a circular las primeras noticias acerca de los primeros casos de la Covid-19 en la ciudad de Wuhan hasta hoy, la pandemia no ha hecho más que arrojar escalofriantes datos de contagios y muertes en todo el mundo. Una realidad que ha puesto patas arriba a toda la sociedad del planeta y el foco más que nunca en la comunidad científica.
La mutación es la capacidad estrella de los virus para cambiar constantemente y hacerlos persistir a lo largo de la historia de la humanidad. Los estudios científicos se basan en las monitorizaciones de los cambios del virus y ofrecen análisis genéticos del mismo, ayudando a entender cómo los cambios pueden incidir en la forma en que se propaga o lo que les sucede a las personas que se infectan con él.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades así lo confirman, desde que se inició la pandemia han ido apareciendo numerosas variantes del virus. A veces emergen nuevas y desaparecen y en otras ocasiones, las variantes persisten. El SARS-CoV-2, causante de la Covid-19, no ha dejado de acumular mutaciones desde que irrumpió en nuestras vidas. Siendo las que desarrollan la habilidad de transmitirse con más éxito, las que se imponen sobre otras. El problema radica especialmente en las consecuencias que una más rápida y mayor transmisión provoca en el aumento de casos. Lo cual se traduce en el incremento de ingresos hospitalarios, mayor presión sobre los recursos de atención médica y la posibilidad de más muertes, con un proceso de vacunación aún en marcha. Es lo que sucede con las variantes británica, brasileña y sudafricana.
Concretamente la detectada en Reino Unido el pasado otoño es la que, por el momento, ha conseguido propagarse con mayor rapidez por todo el mundo y causado un aumento exponencial de casos especialmente en Gran Bretaña.
La información al respecto va variando constantemente, al ritmo que los científicos siguen trabajando para obtener más datos sobra la facilidad de propagación, si podrían causar enfermedad más grave y si las vacunas hasta ahora autorizadas servirán para proteger a la población. En este sentido, los datos más recientes proporcionados por el Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades, alertan sobre sobre el incremento de la transmisión de la cepa británica en un 70 por ciento. Lo que supone que 10 personas pueden contagiar de 19 a 22 sujetos, frente a los 15 de la covid original.
Aunque aún no se ha constatado por los organismos estatales competentes, la rápida propagación de la Covid-19 en esta tercera ola (sí habiendo identificado casos de la variante británica en distintas comunidades), hacen presagiar que esta cepa sea en buena medida la causante del alto índice de contagios que se viene registrando desde inicios de año. Si bien es cierto que la relajación de las restricciones durante las pasadas fiestas navideñas ha influido en un complicado comienzo de año, la expansión de la cepa británica se sitúa como candidata en buena parte responsable.
Ejemplos como el Campo de Gibraltar, cerrado perimetralmente desde principios de enero, y más concretamente el de La Línea de la Concepción, que ha llegado a registrar una tasa de incidencia superior a 2.500 por cada 100.000 habitantes, resulta llamativo. Único municipio que linda con Gibraltar, donde en diciembre se decretó el cierre de toda actividad esencial coincidiendo con la llegada de pasajeros procedentes del Reino Unido.
La OMS ya ha mostrado su preocupación por la propagación de la variante británica y ha pedido a los países redoblar los esfuerzos y las medidas adoptadas para frenar su expansión, que no diferencia grupos de edad y ha llegado a 30 países europeos. Según el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencia Sanitarias, se prevé que a finales de febrero o principios de marzo la variante británica suponga en España el 50% de los casos de contagio.