Por Patricia Sanagu, profesora de yoga y fundadora de la Escuela de Yoga Origen en Sotogrande
Al nacer nos enfrentamos a dos fuerzas poderosas que no existían en el vientre materno: la gravedad y la respiración. Después de que tus pulmones se desplieguen, estarán respirando de manera automática e involuntaria durante toda tu vida. Y la mayor parte del tiempo, no le prestamos atención.
Cuando queremos sentirnos bien con nosotros mismos cuidamos la alimentación, hacemos ejercicio, e incluso tratamos de tener tiempo libre de calidad que nos nutra en lo emocional. Pero nadie entrena la respiración.
Existen muchos patrones diferentes de respiración y cada uno nos cuenta algo de nosotros mismos, de nuestro estado mental, emocional y físico. Vivimos en una sociedad que mantiene nuestras mentes constantemente sobreestimuladas en un mundo cada vez más interconectado que nos exige estar siempre disponibles.
Estudios recientes han demostrado que en el mundo, más de 264 millones de personas padecen estrés, ansiedad o depresión, cifra agudizada por la crisis de COVID-19 y la incertidumbre que ha generado. Saber cultivar momentos de calma y bienestar es uno de los grandes aprendizajes de nuestra sociedad actual.
Muchos acuden al yoga por este motivo, y no se equivocan. Aún hoy, después de 20 años totalmente sumergida en el estudio y práctica de las técnicas del yoga, me sorprende como los antiguos yoguis alcanzaron un conocimiento tan profundo del cuerpo y psique humana. Muchas de esas técnicas están siendo corroboradas y comprobadas por la ciencia moderna. En una sesión de yoga hacemos un cambio fundamental: la respiración toma el protagonismo. Puede ser una práctica más energética o más suave, pero siempre, la respiración guía el movimiento.
Existe una relación muy directa entre la frecuencia respiratoria y el estado del sistema nervioso. Pero no te voy a contar más, tómate un momento para comprobarlo por ti mismo. Siéntate en quietud y observa, sin juzgar, cómo se siente cada inhalación y exhalación: ¿qué sensaciones estás experimentando y qué movimientos produce? Date un minuto observando, sin tratar de cambiar nada. Luego, inhala y exhala completamente, permitiendo que tu cuerpo intercambie completamente el dióxido de carbono saliente con el oxígeno refrescante entrante. Y ahora dime, ¿qué ha cambiado?
Patricia Sanagu ha dedicado su vida al estudio y la práctica del yoga. Es profesora desde hace más de 15 años. Cree firmemente que el yoga es una sofisticada tecnología del ser que trae grandes beneficios a la vida de todas las personas. Recientemente ha abierto la Escuela de Yoga Origen en Sotogrande. Visita www.origenyogasotogrande.com