A qué se enfrenta el paraje natural tras el incendio 

Uno de los espacios protegidos más valiosos del municipio inicia un largo período de recuperación tras la quema. Lo positivo, las aves volverán a hacer parada migratoria e instalarse en época de reproducción

Por Reyes Seijas · Fotos David Barros

Los entornos naturales protegidos son fuente de la riqueza originaria de cualquier destino. Espacios en los que confluyen características climatológicas, de flora, de fauna y de ubicación que los hacen únicos y marcan el distintivo innato de una tierra. Sotogrande cuenta en este caso con dos protagonistas, dos enclaves: la Laguna de Torreguadiaro y el Estuario del río Guadiaro. Ambos protegidos por el Plan Especial de Protección del Medio Físico de la provincia de Cádiz. 

La conservación de estos espacios depende tanto de su desarrollo espontáneo como del respeto social. Este verano, como ya viene sucediendo en los predecesores, el estuario se ha visto afectado por el taponamiento en la desembocadura del río. Ante esta repetida situación, el Ayuntamiento de San Roque ha lanzado un mensaje de ayuda para tratar la regeneración de ese espacio. Una comunicación que se ha hecho extensible para la Laguna, debido al incendio que en el mes de agosto asoló la zona y ha afectado a gran parte de su flora natural. 

Ya lo anticipaba el Centro Europeo de Predicción a Plazo Medio alertando de que el verano de 2020 se presentaba con más riesgo de incendios, puesto que iba a ser más cálido de lo habitual. Además, según los expertos, los planes de acción para la prevención de incendios sigue siendo una asignatura pendiente particularmente en Andalucía. Por otra parte, si algo positivo ha traído el confinamiento ha sido la falta de actividad humana, que unida a las lluvias de la primavera, han ayudado a reducir el número de incendios forestales en el primer semestre del año.  Una de las consecuencias derivadas de los incendios, además del problema ambiental que suponen, es el lastre económico que conllevan. Pero en el marco de gravedad que supone una situación de estas características, el incendio de la Laguna de Torreguadiaro no arroja consecuencias tan desalentadoras. Le pedimos al experto en cuestiones medioambientales y biólogo, David Barros, que nos hiciera su valoración acerca de lo ocurrido. Y la buena noticia es que su mensaje, dentro de la gravedad que supone la quema de un paraje natural, es bastante positivo. “Por un lado supone una limpia, la zona estaba llena de cañaveral –especie invasora- y no había apenas posibilidad de vegetación natural. Y por otro, la época en la que ha ocurrido no es de las más graves, porque no es época de reproducción ni tampoco de migración importante”, nos contaba Barros. El mismo día del fuego vio salir de la zona afectada algunas especies, como los carriceros o el avetorillo. 

El Estrecho de Gibraltar es una zona donde converge el paso de aves migratorias más importante de Europa Occidental. Dentro de este marco, la Laguna de Torreguadiaro es claro ejemplo de ecosistema de gran valor ecológico, que sirve de lugar de descanso y orientación para numerosas especies de aves. Una zona húmeda costera, que forma parte de la ruta seguida por las especies en la línea de costa y en la que el valor aumenta, teniendo en cuenta los enclaves de palustres, que aportan un alto porcentaje de productividad biológica.

Desde el punto de vista de las especies autóctonas, como puede ser el taraje, Barros confirma que se ha quemado la mayoría y no cree que se recupere. Pero por suerte se han salvado algunas zonas, como la que linda con el parking de Torreguadiaro. No obstante, el biólogo prefiere no enfocarlo como una catástrofe y cree que el principal gasto económico irá destinado a la reparación de la pasarela. Y sobre la recuperación y regeneración afirmaba: “el año que viene estará irreconocible”, sobre todo por la fuerza y rapidez con la que el cañaveral vuelve a salir, al quedarse bajo tierra los férreos tocones de esta especie. 

Tras el incendio de este verano, las 2 hectáreas de reducto natural entre el Puerto de Sotogrande y Torreguadiaro necesitarán tiempo de recuperación natural que, con la intervención humana, previsiblemente volverá a acoger la nidadas habituales de aves entre marzo y mayo. Solo el tiempo devolverá a este espacio de singularidad paisajística la amplia diversidad de flora y fauna que siempre ha albergado.