Juan Carmona de Cózar. Abogado. Exalcalde de La Línea

Que no se llama ahora «plaza de toros» sino «centro multiusos polivalente» o algo así, porque hoy en día está mal visto todo lo que tiene que ver con la fiesta taurina. Cosas de lo políticamente correcto.

Y esta plaza tiene una larga historia. Apasionante historia de la que hay mucho que hablar. Construida hace casi 150 años, gracias a la afición de linenses y gibraltareños, y que en algunos periodos de su larga vida fue una de las más importantes de España, porque por aquí había dinero cuando el resto de nuestro país todo era racionamiento y penuria, después de la Guerra Civil.

El gran Manolete toreó aquí pocos días antes de morir cogido por un toro en Linares. Pero quiero referirme a unas referencias, poco conocidas, que se contienen en una obra cumbre de la literatura en habla inglesa, El ULISES del irlandés James Joyce, obra que supuso una auténtica revolución en la literatura universal.

Leopold Bloom es su protagonista, y su esposa Molly Bloom nacida en Gibraltar, de padre militar británico y madre española, de La Línea, que protagoniza un monologo al final de la novela, larguísimo y difícil de seguir porque está escrito sin pausa ni puntos ni comas, y habla de una tarde de toros en La Línea, de la fiesta y la sangre, del paseo desde Gibraltar, de las mujeres ataviadas; nos da incluso la fecha del 16 de junio de 1904, y el nombre de los toreros. Y resulta que los estudiosos han concluido que todo se ajusta a la realidad, ¡que esfuerzo de documentación! Y no se ha reconocido aquí, por eso propongo, al menos, una placa conmemorativa de esta joya.

La reconstrucción que acaba de inaugurarse con una gran corrida de toros se ha realizado según era, siguiendo los planos originales. Mi sincera felicitación a Juan Franco. En su día se construyó en buena parte con dinero de los llanitos, que siempre han sido muy aficionados, y a principios de los años 80, siendo yo alcalde me vi obligado a ordenar su demolición parcial porque estaba en ruinas y corría peligro de venirse abajo. Así que yo tiré la planta superior (y como lo sentí), y el problema es que, por lo reducido de su capacidad, ya no era rentable, no daba el aforo, su número de localidades, para pagar toreros de categoría, y toros bravos de buenas ganaderías.

Pero ya está reconstruida esta plaza elegante y de aspecto clásico, que no es, en la nomenclatura, una plaza de toros.