En el verano la cantidad de residuos que llegan a nuestras playas aumenta de forma exponencial con especial protagonismo del plástico. Un material que permanece durante siglos en el entorno natural, afectando gravemente a centenares de especies.
Ahora que llega el verano y de nuevo volvemos masivamente a las playas, conviene recordar la necesidad de mantenerlas lo más limpias posible para frenar su contaminación y el deterioro de este espacio natural tan necesario y apreciado.
De todos los residuos que cada día quedan abandonados en nuestras playas, los plásticos representan el principal problema, tanto por la cantidad como por sus efectos en el ecosistema. Productos desechables como botellas, cubiertos,bolsas, juguetes o aparejos de pesca hechos con este material representan más casi el 72% de la basura varada en las playas españolas, según el dato proporcionado por el informe elaborado cada año por la Dirección General de la Costa y el Mar, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica.
Un porcentaje preocupante que apenas ha ido variando desde 2013, cuando empezó a publicarse este estudio anual, y muy superior al de los objetos de papel (11,2%), residuos higiénico-sanitarios (6,6%), fragmentos de metal (3,5%) y residuos de madera tratada (3,4%).
Y si en España concretamente este dato es alarmante, aún más lo es comprobar que en otras zonas europeas los residuos plásticos llegan a representar incluso el 90% de la basura que termina en el mar, lo que está afectando especialmente a zonas como el mar Mediterráneo.
El gran problema de los microplásticos
A la gran cantidad de plástico que se vierte a los ríos, playas y mares, se añade también la larguísima permanencia en el medio natural de estos materiales, y los diferentes problemas que esto causa.
Una simple botella de agua hecha de plástico puede tardar en degradarse varios siglos. Además, durante ese tiempo, los plásticos que se deterioran por factores como estar expuestos al sol no se destruyen completamente, sino que se fragmentan, llegando a convertirse en microplásticos, incrementando el problema.
Tanto esos microplásticos causados por la fotodegradación como aquellos que llegan al mar por otros medios, (como productos cosméticos o de higiene personal, por ejemplo) terminan ingeridos por múltiples especies marinas, varias de ellas comestibles para el ser humano, que también puede acabar viéndose afectado por estos materiales que consume de forma indirecta a través de la pesca.
Preocupación por el Mediterráneo
De los mares que bañan los 8.000 kilómetros de la costa española es especialmente preocupante la situación del Mediterráneo, que según WWF, está en peligro de convertirse en una “trampa de plástico”.
Dentro del ‘Mare Nostrum’, cuyo extremo occidental incluye la Costa del Sol y el litoral Este del Campo de Gibraltar, España es el segundo país que más plástico vierte a sus aguas, después de Turquía en su extremo oriental, y seguidos de Italia, Egipto y Francia, países donde los turistas incrementan la basura marina en un 40% cada verano.
En general, el estudio de WWF afirma que el Mediterráneo acumula solo el 1% del agua del mundo y el 7% de los microplásticos globales, ya que de los 27 millones de toneladas de residuos plásticos que son producidos cada año en Europa, más del 10% (el equivalente a más de 60.000 camiones de basura) termina vertiéndose al Mediterráneo y otros mares europeos.
Esto provoca una seria amenaza para la vida marina. Los trozos grandes de plásticos dañan e incluso matan a animales marinos, incluyendo ejemplares de especies protegidas como las tortugas marinas y las focas monje, mientras que, por otro lado, los microplásticos están alcanzando ya en algunos lugares del Mediterráneo un nivel casi cuatro veces superior al de la conocida “isla de plástico” del Océano Pacífico.
En cifras concretas, en el Mediterráneo la ingestión por plástico amenaza a 134 especies diferentes de peces, tortugas marinas, mamíferos y aves. Se estima que el 90% de las aves marinas tienen fragmentos de plástico en sus estómagos y que todas las tortugas marinas del Mediterráneo han ingerido plásticos en alguna ocasión, generalmente por confundirlas con las medusas, que son su presa natural.
Compromiso individual
La solución a todo esto, evidentemente pasaría por un necesario aumento del control de vertidos de residuos al mar y de la capacidad de reciclaje de todos los países del entorno del Mediterráneo. Pero además de estas necesidades a gran escala, cada persona que acude a disfrutar de la playa, como de cualquier otro espacio natural, puede empezar por cuidar de no dejar ningún residuo atrás, utilizando los contenedores que se encuentran en cada playa urbana o, simplemente, llevándose la propia basura que genere para depositarla más tarde donde corresponda.
Por eso mantener nuestras playas lo más limpias también depende también y mucho de todos nosotros. Porque cada gesto cuenta.