Explosión biológica en los bosques campogibraltarreños 

En esta edición SGplus hace parada y recorrido en uno de los parajes naturales del Campo de Gibraltar más ricos en flora y fauna. Una ruta para todos, que permitirá profundizar en la historia natural de Los Barrios

Por Colectivo Brezo: M. Colorado, J. Muñoz, E. Emberley, A. Benítez y F. Aragón

No habíamos comenzado siquiera a andar cuando un pequeño grupo de herrerillos capuchinos parecen darnos la bienvenida persiguiéndose unos a otros con increíble agilidad y ligereza entre los arbustos del bosque galería. Estamos en el sendero de Valdeinfierno, en el término municipal de Los Barrios.  Se trata de un monte público y coincide en parte de su trayecto con el Corredor Verde de las dos Bahías. La distancia a recorrer es de unos 6 kilómetros y tardaremos en hacerlo unas dos horas y media aproximadamente. El grado de dificultad es bastante bajo y está indicado para todas las personas con un nivel de forma medianamente aceptable, incluso niños, sobre todo circulando por las partes más bajas del recorrido. La altura oscila entre los 110 y los 190 metros.

Sobre la nomenclatura del valle hay dos teorías: una se refiere a la impenetrable y exuberante vegetación que convertía su tránsito en un auténtico infierno y otra propone que en sus alrededores tuvo lugar una feroz batalla entre musulmanes y cristianos.  A saber.

Para llegar aquí tenemos que tomar la salida 73 de la autovía Los Barrios- Jerez. Al pasar la rotonda veremos carteles informativos que nos guiarán. Existe un aparcamiento donde podemos dejar el vehículo y tras unos 2,5 kilómetros de camino de tierra que discurre entre alcornoques y quejigos llegaremos a una casa forestal abandonada donde comienza la garganta y el arroyo propiamente dicho, que es un afluente del río Palmones. A partir de aquí podemos apreciar el contraste biológico característico de estas selvas campogibraltareñas. Por un lado, el bosque mediterráneo formado principalmente por el alcornocal y sus especies arbustivas asociadas. Por otro, los llamados popularmente canutos, que son las gargantas húmedas donde se refugian especies relictas, propias del Terciario, que constituyen la laurisilva, donde destacan por méritos propios las formaciones de rododendros, llamados aquí ojaranzos y que en primavera adornan espectacularmente la garganta con sus llamativas flores. Para poder valorar estas formaciones vegetales hay que pensar que son los restos de un clima tropical húmedo y que llevan en la tierra unos 10 millones de años. A su lado los humanos somos unos auténticos recién llegados.  Alisos, quejigos y multitud de helechos, algunos de ellos auténticas joyas botánicas, conforman el bosque galería. En la época adecuada encontraremos por los alrededores del sendero diversas especies de orquídeas y en las partes elevadas, en las herrizas, podemos observar una especie de planta insectívora de muy interesante ecología, la Drosophyllum lusitanicum.  Además, a lo largo del sendero nos acompañará una formidable banda sonora formada por los cantos y llamadas de la ornitofauna residente o migrante, según la época, formada por carboneros, herrerillos, petirrojos, currucas cabecinegras y capirotadas, zorzales y un afortunadamente largo etcétera de variadas especies. Si vamos despacio y en silencio cabe la posibilidad de encontrarnos con algún ejemplar de corzo morisco, especie residente en estos parajes. 

Del aprovechamiento económico de estos bosques en la antigüedad pueden dar fe los restos de alfanjes, zonas abiertas donde se hacía carbón con la leña extraída de los árboles.  Dependiendo de la época de la visita y en función de la humedad ambiental podemos disfrutar de variedad de especies de setas.  Desgraciadamente, también hemos podido constatar que, en algunas de las masas de alcornocal del entorno, la enfermedad de la seca, al igual que en el resto del parque de Los Alcornocales, ha atacado a algunos magníficos ejemplares acabando con ellos. 

Las personas con dificultades motoras disponen de un tramo adaptado de unos 600 metros donde se ha cuidado el trayecto para que el tránsito y disfrute del sendero sea lo más confortable posible. Al terminar este tramo, el sendero abandona el margen del arroyo y sube hasta zonas abiertas desde donde se puede admirar la magnificencia de las sierras colindantes.