Al igual que en otros ámbitos de la vida, el papel de la mujer en el mundo del golf ha ido evolucionando en las últimas décadas desde posiciones minoritarias hasta asumir un rol protagonista en todas sus facetas, desde la deportiva hasta la empresarial.

En esta edición de SGplus nos propusimos tratar el avance de las mujeres en el mundo del golf. Y para ello hemos tenido el privilegio de contar con una extraordinaria mesa con presidentas y directivas de clubes, una jugadora amateur y una golfista profesional, todas de nuestro entorno más cercano. Sólo este detalle ya evidencia la creciente relevancia de las mujeres en el golf en Sotogrande, aunque aún queden pequeñas reminiscencias de aquel pasado, cada vez más lejano, en el que el golf era sólo cosa de hombres.

De todo ello hablamos con Ana Vega, presidenta del club de golf La Cañada y su compañera en la directiva Belinda Romero; además de Lidia Muñoz, directora de operaciones de San Roque Club; Stephanie Noll, jugadora amateur; Rocío Sánchez, golf assistant de Finca Cortesín y la golfista profesional Marian Jiménez.

Ana Vega, con una larga trayectoria como socia en La Cañada, el club que ahora preside nos confirma que “las mujeres vamos teniendo más presencia en el golf. Cada vez son más las que participan y en todos los puestos”.  Stephanie Noll añade un factor muy determinante, que “históricamente, los hombres siempre han tenido más tiempo que las mujeres para jugar al golf”.

“Llevo 24 años aquí”, explica Stephanie, “empecé en el RCG Sotogrande, luego jugué en San Roque Club, La Reserva, y de nuevo al Sotogrande, con lo que conozco bien todos los clubes de la zona”, afirma Stephanie. “San Roque Club me ha gustado mucho por las competiciones femeninas y los interclubes. Yo me siento muy bien como mujer en el mundo del golf, y no veo que no seamos apreciadas”.

En ese punto matiza, Lidia Muñoz de San Roque Club, refiriéndose a “algunos hombres, sobre todo los de mayor edad, que siguen sin aceptar a las mujeres dentro del juego. En nuestro club, cuando las capitanas consiguieron por primera vez el derecho de empezar primeras en un torneo hubo hombres que se quejaron con los tópicos de que somos más lentas y retrasamos el juego”, explica Lidia.

“Afortunadamente esto va quedando atrás y en los torneos mixtos ya alternamos la salida a hombres y mujeres, algo que anteriormente era imposible. Aún así sigue habiendo socios que exigen competiciones separadas, pero es algo generacional. Los de menos de 60 años aceptan con normalidad a las mujeres, pero no así algunos más mayores. Es muy difícil cambiar la mentalidad de una persona de más de 70 u 80 años que ha vivido el golf de una forma tan diferente toda su vida”, afirma Lidia.

De los aspectos que han favorecido la inserción de la mujer en el golf, uno de ellos ha sido su carácter familiar, abierto a cualquier miembro de la familia, independientemente de su edad o su género, como señala la Golf Assistant de Finca Cortesín, Rocío Sánchez. “Este valor añadido del golf incluso se ha incrementado últimamente. Desde el COVID, como la tendencia ha sido pasar más tiempo con la familia, se ven más matrimonios que juegan juntos y con sus hijos”.

“En eso también han ayudado los cambios de las normas en los clubes”, apunta Stephanie, “en el RCG Sotogrande, cuando mi hijo era pequeño, recuerdo que no dejaban entrar a los niños hasta los 16 años. Eso, por suerte, ha cambiado mucho”.

“Y afortunadamente, porque el papel de la familia es fundamental para iniciar a los niños en el deporte, como fue mi caso con mi padre y mi madre, que me llevaban al club desde pequeñita”, señala Marian Jiménez que, como golfista profesional, apunta las barreras sobre la mujer que aún quedan en el profesionalismo. “Uno de los majors que aún no se ha hecho oficial para mujeres, por ejemplo, es el Masters de Augusta, que ya ha empezado en el 2019 con una competición femenina, pero aún como master amateur. De hecho, yo he estado en la Casa Club de Augusta y aún hay zonas restringidas a las mujeres”.

“En Saint Andrews hasta 2012 no permitían la entrada de mujeres”, recuerdan Lidia Muñoz y Ana Vega, señalando otra de las barreras que ha tenido que ir rompiendo la mujer en algunos de los principales “templos” del golf internacional en pleno siglo XXI, “y el Open Británico femenino, que comenzó en 1976, no se celebró allí hasta hace tres años”, añade Marian.

En cuanto a la práctica del golf, tanto Stephanie, como Ana y Belinda coinciden que incluso los campos están diseñados especialmente para el juego de los hombres. “Yo he conocido diseñadoras británicas de campos de golf”, afirma Marian, “pero no se les da visibilidad porque ése aún es un espacio muy cerrado por la trayectoria histórica de los hombres en esa labor”.

Hablando del golf de competición, “en la élite, a nivel económico la diferencia es abismal. En un major una mujer gana 100.000 euros y un hombre cerca de 2 millones. Nosotras no tenemos un world ranking o el Race to Dubai. Ahora con Aramco empieza a cambiar algo, pero muy poco. Nos mantenemos por sponsor pero a nivel de publicidad nos queda mucho, porque apenas se les da visibilidad a nuestros torneos, a pesar de que aquí mismo en España hay cuatro muy importantes”, señala Marian.

“El juego de la mujer es muy competitivo, somos mucho más habilidosas alrededor del green y con el putt. Los hombres, como en el tenis, dependen mucho de su pegada. Jugadores como Mickelson o Spieth destacan por su juego corto, pero nosotras tenemos jugadoras como Lydia Ko o Suzann Pettersen, que era espectacular. Sería muy bueno hacer coincidir en la misma semana los torneos masculino y femenino para aprovechar la publicidad de los hombres para la repercusión de las mujeres”, explica Marian Jiménez.

En cuanto a la vertiente empresarial y social, en la mesa encontramos ejemplos diferentes de cómo las mujeres han llegado a la dirección de los clubes. Lidia y Rocío llegaron al golf inicialmente desde la perspectiva profesional, hasta ir aficionándose como jugadoras. “Pero enfocado al trabajo”, señala Lidia, “es necesario practicar y entender el juego para comprender mejor las necesidades del campo y lo que piden los socios y clientes”.

“Yo estudié turismo y por nuestra zona vi la oportunidad que suponía el golf para mi carrera profesional. Llevo nueve años en este mundo y me encanta como deporte, pero es un problema la falta de tiempo para poder practicarlo”, nos dice Rocío.

Por otro lado, Ana y Belinda son socias veteranas de La Cañada, además de directivas. “Empecé de jugadora en mi club con un grupo de mujeres que nos animamos a dar clases y me enganché totalmente. Llevo jugando desde el 92 y aprovecho mi tiempo libre para jugar donde sea. Ahora estoy de directiva pero por amor al golf y al club”, explica la presidenta.

“Yo empecé por mi marido, que es un gran aficionado”, apunta Belinda. “Comencé hace diez años y, como Ana, juego siempre que puedo porque me encanta. La bolsa de golf ya nos acompaña siempre en nuestras vacaciones”.