Por Colectivo Brezo: M. Colorado, J. Muñoz, E. Emberley, A. Benítez y F. Aragón

Partiendo de la barriada de la Almoraima, una vez pasada la venta llamada La Cantina, se inicia este sendero que discurre por la margen izquierda del río Guadarranque (Wadi Ranke, río de las yeguas en árabe). En este tramo el río está bordeado por un denso y precioso bosque galería formado principalmente por alisos, quejigos, álamos y fresnos. En todo el recorrido podemos contemplar una población muy densa de mariposas monarcas (Danaus plexippus) que le da nombre al sendero. Además, podemos encontrar algún que otro galápago leproso y al ánade real o azulón en los remansos del río. Por todo el sendero veremos huellas de ciervos y gamos que por allí pululan en las horas nocturnas y restos de la búsqueda de alimento por parte de los abundantes “cerdolies” cruce de cerdo y jabalí que levantan la tierra hozando por doquier en las zonas adyacentes al propio sendero. En todo el camino podemos disfrutar de la visión de gran cantidad de pajarillos, tales como pinzones, petirrojos, currucas, carboneros, herrerillos, etc. que nos alegraran el oído con sus constantes reclamos, llamadas y cantos.

Pero la joya de la corona en este sendero es la mariposa monarca que podemos observar en todo el recorrido, amén de otras especies también abundantes, como la mariposa tigre, muy próxima genéticamente a la monarca, con la que se puede confundir. La mariposa monarca es originaria de América del Norte, donde son famosas sus migraciones que llegan a cubrir más de 4.000 kilómetros, ya que los pasos migratorios discurren entre Canadá y el centro de México, atravesando todo el territorio de Estados Unidos.

Esta mariposa tan aparentemente frágil ha sido capaz, en varias ocasiones, de realizar viajes transatlánticos, quizás arrastradas por corrientes atmosféricas poderosísimas que han llevado ejemplares al continente europeo. Se conocen casos en las islas británicas, pero hoy en día, la única población establecida en el continente reside en los dos parques naturales de los Alcornocales y del Estrecho. Esto es posible porque es el único lugar donde ha encontrado plantas nutricias favorables, en nuestro caso principalmente el algodoncillo, la mata de la seda y el miraguano, donde colocan sus huevos y pueden prosperar su desarrollo larvario. De allí toman los tóxicos que incorporan a sus cuerpos, lo que, junto con su coloración aposemática o de aviso con colores chillones, hace que los predadores se lo piensen mucho antes de intentar depredarlas.

Hay que tener precaución al realizar este sendero con el barro que se forma después de un período de lluvias que puede llegar a hacerlo intransitable en algunas zonas y, sobre todo si el caudal del río ha aumentado demasiado provocando inundaciones.