El reclamo y la necesidad de mayor actividad cultural visible y un espacio donde aglutinar eventos y convocatorias culturales son algunas de las metas de quienes viven por y para la cultura en Sotogrande
Por Reyes Seijas · Fotos SGplus
Es la gran aliada del ser humano desde sus orígenes. La cultura viene formando parte de la vida en todas sus vertientes. Música, pintura, escultura, literatura, dramaturgia…y todas sus ramificaciones y evoluciones constituyen tanto la forma de expresión y el modo de vida de sus autores, como el alimento mental y complemento perfecto de quienes lo disfrutan, consumen y comparten. Ha sobrepasado eras, generaciones y fronteras. Ha sobrevivido a ideales políticos y el legado de hoy forma parte de la riqueza cultural actual, que miles de artistas se encargan de seguir trabajando, estudiando y evolucionando para continuar nutriendo el espíritu de generaciones actuales y futuras.
Un eje incontestable merece una atención especial. Por ello, SGplus ha querido dedicar la presente edición de Encuentros en d´Alicia a la cara más cultural de Sotogrande, y para ello ha contado con una representación de personas que, por uno u otro motivo, están vinculadas a la actividad cultural en la zona. Entre ellos, el artista Osvaldo Lobalzo, el presidente de la Asociación Cultural de Sotogrande, Adrian van Loon y el arquitecto Roberto Mendoza.
Por su ubicación, privilegiada para diversos aspectos, Sotogrande cuenta también con la suerte de pertenecer a un área geográfica como parte del Campo de Gibraltar, donde la proliferación de artistas autóctonos y la instalación permanente de otros de distinta procedencia nacional o extranjera, le permite contar con lo más importante a priori: la materia prima. Un elenco en aumento de artistas que además de seguir su personal evolución, se enriquece de la confluencia de culturas que siempre ha sido Sotogrande y el área que la rodea, frontera con Gibraltar y último paso de tierra europea frente al continente africano. Y eso va dejando huella.
Pero para que el arte permanezca y crezca no solo hay que crearlo, hay que compartirlo, transmitirlo y consumirlo. Salvando las características evolutivas de cada época y generación, uno de los aspectos que venía a resaltar el presidente de la Asociación Cultural de Sotogrande, Adrian van Loon, era esa necesidad que, tras 21 años al frente de este ente cultural, él reconoce que han tenido y tienen los habitantes de la zona de contar con actividades culturales. Recordaba que en los inicios “los fundadores estaban acostumbrados a hacer este tipo de convocatorias en sus casas”, haciendo alusión a conciertos privados, como el de María Callas, que han tenido lugar tras los muros de las casas en Sotogrande.
En este sentido, Roberto Mendoza, hacía su particular apreciación sobre hasta qué punto la cultura forma y ha formado parte de la vida de Sotogrande: “Creo que la gente aquí se ha concentrado más en su vida privada y no se ha fomentado una vida social de actividades en torno a la cultura. A nivel personal e individual sí, pero en la calle no se ve una actividad en ese sentido”. Recordaba las funciones de teatro que hacía Antonio Garrigues en su casa cada verano. Y añadía: “Sotogrande siempre se ha caracterizado porque nunca ha querido mostrarse al exterior. Es una zona de recogimiento de la gente. Nunca se ha querido que se hiciera mucho ruido, pero ahora está cambiando”.
La relación de Osvaldo Lobalzo con la actividad cultural en Sotogrande ha sido incesante desde que llegó, primero desde su propio espacio en el Puerto de Sotogrande, donde no solo tenía cabida su prolífica obra plástica sino que en él se han asistido a conciertos, exposiciones, talleres y acciones innovadoras como la maratón de pintura con los ciudadanos. Pero, tal y como también explicaba Adrian, consideran que al final pueden más los contras que los pros. “Nosotros estamos un poco tristes”, decía el artista, “lo importante ahora es cómo recuperar todo eso, porque Sotogrande lo tiene todo, es un pequeño paraíso, pero nos falta lo esencial: un lugar donde poder ir a ver un concierto o una sala de exposiciones. Adrian lleva muchos años luchando y nosotros igual. La gente tiene necesidad de cultura”.
Una de las principales necesidades de quienes luchan por la cultura en Sotogrande es la ayuda de las administraciones, “nunca hemos recibido dinero de fondos públicos, aunque sí hemos recibido durante años el apoyo de patrocinadores, socios y otros particulares”, afirmaba Adrian. Mientras por su parte, Osvaldo explicaba: “Nosotros nunca hemos ganado dinero con los conciertos, más bien hemos tenido que ponerlo. Lo hacíamos para promocionar la cultura, mi trabajo…y funcionó muy bien pero se nos ponían piedras en el camino: alquileres muy elevados, falta de comunicación, etc.”
En la mesa cobró fuerza la sensación de falta de apoyo. “Yo me conformaría con que nos escucharan primero y que nuestras ideas no vayan a un cajón”, lamentaba el artista. Algo en lo que Adrian coincidía al decir: “lo más importante es tener a alguien que te escuche”. Opiniones a las que Roberto añadía: “uno se decepciona cuando no recibes respuesta por parte de las personas que deben colaborar o de las que tú estás esperanzado en que haya un cierto apoyo”.
Pero después de años de conciertos, exposiciones y obras teatrales en espacios privados, conciertos en la iglesia y mercadillos del arte en el puerto, lo que demandan los que creen en la fuerza de la cultura y en la necesidad que de ella tiene la población es la existencia de un lugar de referencia donde asistir y poder desarrollar cualquier tipo de evento cultural.
Un reclamo que conecta con el proyecto elaborado por Roberto hace ya 15 años. Una idea que recuperaría parte de la historia de Sotogrande, daría una nueva vida al antiguo cortijo Paniagua y a la Plaza Blanca. “Me planteé por qué no empezar a mirar hacia dónde podía ir el futuro de Sotogrande”, decía el arquitecto, “y me llamó la atención toda esta zona, que necesitaba una intervención de rehabilitación”. Un entorno que le trae muchos recuerdos y fue el origen administrativo de Sotogrande. Valorando los espacios y las necesidades de los residentes, uno de los primeros planteamientos era crear un centro asistencial para mayores en los apartamentos abandonados del cortijo, nos contaba. Mientras que en la zona de Plaza Blanca y viendo su potencial, se ubicaría el espacio cultural, el auditorio, etc. “Pensé: por qué no hacemos talleres y apartamentos vinculados a esos artistas que están trabajando abajo. Por ahí empecé a trabajar en esta materia”. Pero tras las respuestas de los propietarios, la Administración y la irrupción de la crisis económica de 2008, el proyecto no ha conseguido fraguar.
Adrian, conocedor de la idea de Roberto apoya la iniciativa y Osvaldo expresaba entusiasmado: “es lo más bonito que escuché últimamente”. El arquitecto por su parte quiso dejar constancia de que personalmente no tiene interés alguno en vender un proyecto: “solo me mueve las ganas de hacer algo en este sentido”. Y consciente del tiempo que lleva transcurrido, planteaba sobre la mesa la necesidad de crear, como primer paso, “un grupo de trabajo de gente interesada con reuniones periódicas y marcando objetivos” para impulsar el proyecto, cobrar fuerza y finalmente “dar con la persona adecuada que tenga interés en actuar como mecenas o inversor”.
Para nuestros invitados, en Sotogrande convergen todos los factores necesarios para hacer de este lugar un referente cultural, solo falta el apoyo que propicie la ejecución de ideas y proyectos como las de Roberto.