El pintor tudelano expuso este verano en Sotogrande con una muestra de 22 obras que recogen su particular concepto del arte pop, lleno de color, humor e ironía
La conversión llegó hace apenas siete años. El navarro Javier Melus llevaba pintando bodegones, marinas, paisajes, montañas, calles, ríos y árboles de su tierra natal casi desde los doce años. Pero el descubrimiento de Basquiat, Warhol y Equipo Crónica, entre otros, le abrió la puerta a ese lugar dentro del arte donde realmente se siente completo. Desde entonces, el pop art es su vida y su forma de expresión más sincera y creativa.
La intensidad del color y la importante carga visual de sus obras, con esa necesaria inclusión de iconos de la cultura pop bajo experimentales técnicas de composición, no dejan indiferente a nadie. Sus obras tienen una exposición permanente en Instagram y físicamente, las colecciones de Javier han recorrido y recorren toda la geografía española y buena parte del extranjero. Desde hace años, los veranos los dedica al eje Málaga-Sotogrande. Y esta temporada desembarca de nuevo en la urbanización con una exposición de 22 obras que pueden verse desde el 16 de julio hasta el 27 de agosto, en las oficinas de Kristina Szekely del puerto.
Sus comienzos en el mundo del pop art estuvieron llenos de escepticismo personal, pero en la actualidad este tudelano se siente “feliz y una persona privilegiada de poder vivir del mundo del arte”. Sus cuadros llenos de colores, humor e ironía son el reflejo de su vida. La inspiración es una constante. Por un lado, las influencias de la infancia: “yo vengo de la época de los dibujos animados”. Por otro, el gusto natural por la moda, la música, la televisión, el cómic, la publicidad, el diseño gráfico… Y luego el reconocido complejo de Peter Pan. Todas influencias que le hacen ir por la calle como una esponja, absorbiendo cualquier detalle o llevándose a casa restos de carteles desgastados por el paso del tiempo. “Llega un momento en el que necesito un papel para hacer el boceto, que tiene todas mis locuras. Lo voy plasmando y al final se convierte en un cuadro”, explica Melus acerca de su proceso creativo. La cabeza de Javier está llena de proyectos, es una constante fuente de ideas que necesita dejar plasmadas. Su inquietud artística le lleva a pintar todos los días: “me guío mucho por arrebatos, pero siempre dentro de mi mundo pop art”. Además de amar la cultura pop, sentirse un urbanita y pasarlo en grande explicando su obra a los niños, Javier Melus se divierte experimentando. Ha hecho series en distintos soportes, desde señales de tráfico, a puertas, ventanas, puertas de coches e incluso lavadoras. Pero donde habitualmente veremos inmortalizada su concepción del arte es sobre madera. “Porque necesito una superficie dura y la sensación de dureza que me da el bastidor es como si estuviese pintando en una pared. Al principio pego mucho cartel que arranco de las paredes y después ya voy pintando encima, uso sprays… Cuando ves los cuadros en vivo tienen mucha zona de collage, pintura, plantilla, etc.”, explicaba el artista. Y a la hora de exponerlos, además de esa gran galería que le suponen las redes sociales, prefiere los espacios alternativos, underground, industriales, con paredes de ladrillo a la vista. No sin antes haber pasado el testeo de su familia y amigos. “En el fondo pinto para mi gente y si además le gusta al público en general, bienvenido sea”.
La moda del pop art y su manera de entenderlo, asumirlo y exteriorizarlo permiten a este artista navarro vivir de una de las dos cosas que más le gustan. Su agenda de exposiciones está completa en el ámbito nacional hasta mediados de 2021. Mientras tanto, a pesar del parón actual por la crisis de la covid-19, continúa activo en su otra pasión: el piragüismo, del que es campeón del mundo. La pintura y el piragüismo constituyen el tándem perfecto en su vida: “tuve una época complicada hace cuatro años y me salvó la pintura y la piragua”.
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