POR COLECTIVO BREZO: F.ARAGÓN, A.BENÍTEZ , M.COLORADO, E.EMBERLEY Y J. MUÑOZ

En la cara Este del Peñón de Gibraltar se  encuentra un conjunto de cuevas que, por  su importancia, ha sido reconocido por la  Unesco como Patrimonio Mundial de la  Humanidad. Se trata de las cuevas de Gorham, Vanguard, Hyaena y Bennet.

Según  las investigaciones realizadas, fueron uno de  los últimos lugares donde se refugiaron los  neandertales antes de su completa extinción  hace unos 30.000 años. Allí se han encontrado restos que nos hablan de su forma de vida, su alimentación, del uso de plumas de aves  como adornos personales e incluso grabados que nos demuestran la existencia de un pensamiento simbólico de esta especie humana  que precedió al Homo sapiens en la colonización de estas tierras.

Debido a su extrema fragilidad arqueológica y ecológica las visitas tienen un limitadísimo cupo anual y recientemente se han habilitado unas plataformas desde donde se  pueden observar de lejos las cuevas sin interferir en su delicado equilibrio.

Otra opción es  hacerlo desde una embarcación y nosotros optamos por ésta. Salimos de Puerto Chico, en La Línea, en un veterano y curtido velero bordeando la cara Oeste del Peñón. Una vez pasada la verde de la escollera, dejando por popa la pista del aeropuerto y la entrada por mar a Ocean Village, enfilamos el puerto de Gibraltar. Al poco de dejar atrás el Detached Mole del puerto, divisamos a un grupo de delfines comunes que parecen querer saludarnos y nos acompañan un trecho hasta que desaparecen tan sorpresivamente como aparecieron.

Un grupo de pardelas cenicientas, gaviotas reidoras y las residentes gaviotas patiamarillas, descansaban próximas a nuestra derrota. Algunas de estas acosaban a una perdicera que hacía su ruta  migratoria por el Estrecho. A lo lejos divisamos unos alcatraces que hacían sus característicos picados en el mar, capturando así los peces  que constituyen su alimento.

La torre de la mezquita nos indica que nos  acercamos a la parte Sur del Peñón y al poco  tiempo se nos hace visible el faro de Punta Europa. Este día nos acompañaba un suave viento de Levante que nos entraba por el través de babor. Una vez sorteada la punta, a la que hay  que dar un buen resguardo de seguridad, viramos al este, encontrándonos el viento de cara  por lo que se impuso un tramo de navegación en ceñida, hasta que una nueva virada al norte  nos colocó en posición ventajosa con el viento entrándonos por la banda de estribor.

Así nos fuimos acercando a las cuevas, manteniendo por supuesto la debida distancia y pudimos disfrutar del espléndido espectáculo que ofrecen en el borde del mar y esos  imponentes farallones que las coronan hasta  la cumbre. En la época en que estas cuevas  fueron habitadas por los neandertales la orilla del mar se encontraba a más de 4 km. de  distancia, y el terreno circundante era como una marisma parecida a lo que hoy en día es Doñana. Se nos hace difícil y extraño de comprender viendo la facilidad con la que se  desplaza nuestro velero en el mar profundo actual que las circunda.

En días claros, la visita se complementa con las espléndidas vistas de la costa sur española, las montañas de Ceuta y Marruecos,  destacando la mole del Jebel Musa y, con un poquito de suerte, incluso nos podemos  topar con algún ejemplar de Cormorán moñudo saliendo de las cuevas o con el incomparable encuentro con un Rorcual común en su paso migratorio entre el Mediterráneo y el  Atlántico.