La artista linense se estrena en la International Contemporary Art Fair de París y proyecta un 2021 con cambios y nuevas citas internacionales, que llevarán sus mares fuera de España
Por Reyes Seijas
Sus besos son salados, su mirada brillante y profunda como el mar y sus manos, las herramientas perfectas que recrean una obra llena de superficies y profundidades marinas repletas de experiencias vitales.
“Sigo siendo la niña que pintaba en el patio”, dice Maral Ríos. Pero a esa niña ahora la quieren en París, donde de la mano de Van Gogh Art Gallery estará del 29 al 31 de enero con sus obras en la International Contemporary Art Fair, en su 7ª edición. Para los próximos meses también está cerrando otras exposiciones en Madrid y Amsterdam. Y todo ello, tras haber participado en 2020 en Art Marbella, con la Galería OCCo Madrid, FestiArte Marbella, Regalarte en La Línea y, por último, en Aquí pintamos todos/Aquí pintamos todas, también en la Galería Manolo Alés de su ciudad natal. Mientras tanto le siguen lloviendo los encargos: Ariadne Artiles, Bimba y Lola, Dani García, las hermanas Pombo…
La intención de Maral es trabajar tanto los encargos como el aspecto de obra libre, que le permite seguir haciendo exposiciones. “Ahora mismo la mayor parte de mi tiempo me lo ocupan los encargos, pero también es cierto que eso me da proyección y visibilidad. Tu nombre suena y asocian un mar a Maral, que es lo importante. Para mí es fundamental que tu obra lleve tu sello”.
Cualquiera diría que Maral Ríos está en racha, pero quien la conoce bien sabe que ella se siente “hormiguita”. Probablemente su destino estaba marcado por el olor a mar que inundaba las calles de su tierra el día en que nació, aunque ella supo aprovechar los reveses de la vida para sumergirse con entusiasmo y dedicación a eso que hoy la define como creativa plástica. “Para mí esto ha sido un resurgir, un nacimiento nuevo, porque yo agarré la pintura a modo medio terapéutico y se podía haber quedado simplemente en un hobby. Jamás pensé que acabaría siendo autónoma y viviendo de la pintura. Ni en mis mejores sueños”, nos contaba. A día de hoy ella se sigue sorprendiéndose de la aceptación que tienen sus creaciones. Tras el confinamiento sintió la necesidad de exteriorizar algo nuevo y eso ha dado como resultado ‘Conchas sin nombre’, una serie de diez obras de edición limitada. “Era una necesidad. Surgió de la nada, de tener un lienzo y decir: lo borro y hago lo que realmente nazca. Son obras con muchas texturas, que simulan el fondo marino”. Lo cuenta con una mezcla de sorpresa y entusiasmo. Lo define como el nacimiento de una nueva técnica en ella y la acogida ha sido extraordinaria.
La evolución en los últimos tres años de esta artista linense ha sido, como ella explica, “muy rápida pero al mismo tiempo muy poco a poco y muy trabajada. Desde fuera se ve todo muy bonito, pero hay que ser muy responsable y muy constante”. Dice que lo que más le ha ayudado ha sido la ilusión y la perseverancia: “tú puedes tener talento pero si no tienes perseverancia y te tomas tu pasión como tu trabajo, un día puedes estar arriba y al otro puedes estar abajo. Si quieres vivir de ello, hay que buscar el equilibrio”. Maral Ríos no olvida la ayuda prestada por personas como Mercedes Corbacho, la directora del Museo Cruz Herrera, cuando apostó por ella. Aunque reconoce que “es muy importante creer en uno mismo”. Prueba de ello ha sido el galardón que ha recibido recientemente de Hogar Betania, que en su tercera edición de Linenses con Talento ha premiado a la artista en la categoría de Superación personal.
Ahora saborea otro momento crucial en su vida: “siento vértigo pero creo que vienen muchos cambios y más crecimiento”. Y en su paleta de sueños, esta mujer desea “saborear la vida en todos los aspectos”, porque solo así su obra seguirá teniendo ese sello de fuerza que reconoce como una constante en su vida.