Su biografía y Festivaldo son los nuevos proyectos del artista argentino establecido en Sotogrande. Este disciplinado “obrero del arte” habla con SGplus sobre su trayectoria, su concepto creativo y su manera de trabajar
Por Reyes Seijas · Fotos cedidas
Quien tiene un Lobalzo, tiene una ventana de grandes dimensiones abierta a la interpretación. El artista plástico de origen argentino lleva ya 32 años en España, donde llegó buscando la proyección de su carrera artística.
Hoy es un referente del arte contemporáneo. Especialmente querido, admirado y apoyado en la Costa del Sol y Sotogrande, donde lleva establecido 7 años y donde explica que existe un amplio porcentaje que conoce y sabe valorar el arte. Admite haber tenido clientes que han sido los que le han permitido crecer. En torno a 4.000 cuadros suyos se reparten por toda Europa, salidos de sus manos y de su capacidad creativa multidisciplinar a base de trabajo e investigación. Documentar esas obras y hacer una selección en forma de catálogo fue la idea original que finalmente ha dado pie a la publicación de su biografía. Su amigo, el escritor Juan Emilio Ríos fue quien le propuso la idea y previsiblemente antes de que acabe marzo estará en circulación, donde no solo se podrá ver esa selección de sus diferentes colecciones, sino que además cuenta los aspectos que más han marcado su carrera.
Siempre le atrajo el mundo del arte y de pequeño quiso ser actor. Más tarde descubrió las artes plásticas, pero tras formarse como técnico mecánico, decidió emprender rumbo a España con el fin de proyectarse a nivel artístico. Y después de dos años en Málaga trabajando para ganarse la vida, decidió centrarse exclusivamente en su faceta más creativa. Esa decisión le llevó a hacer obras que él califica como “muy comerciales”, buscando ese mercado extranjero que le gustaba consumir mucho relacionado con la cultura española. Aquello le permitió introducirse en un circuito de artistas, donde pronto empezó a ser tomado como un referente.
Pero el acontecimiento que sin lugar a dudas supuso un antes y un después en su carrera fue el incendio a principios de los 90 de la nave donde tenía su taller. “Me quedé sin nada, económicamente quebrado”, recordaba. Y cual ave Fénix, resurgió de las cenizas haciendo uso de los escombros y los desechos que quedaron en el incendio para poder volver a trabajar. “Ahí fue cuando empecé con el reciclaje, me encontré en mi terreno, noté que lo dominaba”. Y de aquello salió `Materia viva´.
En la actualidad, este autodefinido “obrero del arte” se mantiene fiel a su gusto por el gran formato, que crea a partir de materiales a los que denomina sus “cómplices y compañeros”. Y evoca una de sus colecciones más importantes, `Málaga trozos´, hecha a partir de derribos de edificios del casco antiguo de Málaga.
Con el paso de los años, Osvaldo reconoce una evolución, “porque si bien las tendencias van cambiando, ahora estoy un poco más minimalista, dándole más importancia al color, la armonía… son épocas que van en función del medio en que me muevo. Son influencias que uno no se propone, van saliendo de manera natural”.
Al hablar de su rutina y evolución como artista, Osvaldo ensalza la labor que desde hace muchos años realiza junto a él su mujer, Maite, y que le permite seguir indagando en la técnica. Además, en su anterior ubicación como espacio cultural en Ribera del Marlin, la pareja ha contribuido activamente en potenciar el flujo creativo y cultural de Sotogrande. “Yo debería vivir otra vida para hacer todo lo que tengo ganas de hacer”, nos decía. `La Huella´, su obra más grande con 70 metros cuadrados, fue uno de esos proyectos que Maite y Osvaldo decidieron poner en marcha con el fin de crear un mural en el que todo el que quisiera, tuviese la oportunidad de participar. El resultado fue una maratón de pintura durante siete días y seis noches, en la que participaron 400 personas. El éxito fue tal que hubo una segunda edición, cuyo cuadro cuelga en las paredes de su estudio y la tercera quedó en standby a causa de la pandemia. “Fue una manera de demostrar que hay otras formas de tratar el arte y de pasártelo bien. Aprendí que todos tenemos algo de artista dentro”.
Sobre su disciplina cuenta que se pone a trabajar sin un patrón fijo. Inconformista incansable, extraña vez ha faltado a su cita diaria en el taller, donde dice “cada día puede ser una sorpresa”. De todo lo creado a lo largo de más de tres décadas dice: “hay muchos saltos, diferentes tratamientos y estilos, porque quiero evolucionar y no encasillarme, sería aburridísimo”. Y añadía: “a cada mancha le busco el porqué, un equilibrio, una armonía”
Se considera un afortunado por poder hablar directamente con el público y quiere que su obra no sea un simple elemento decorativo. Hace el símil de su estilo abstracto con la música al comentar que “nunca coincide la misma lectura y para mí eso es muy importante, porque quiere decir que tiene riqueza”.
El próximo acontecimiento artístico en el que se ha embarcado con su mujer es Festivaldo, una feria al aire libre, donde se congregarán y expondrán sus obras artistas de distintas disciplinas. Es otro de los proyectos que surgió hace dos años y ahora rescatan para llevarlo a cabo del 24 al 27 de junio en las instalaciones de Puerto Sotogrande, para dar la oportunidad a numerosos artistas a abrirse camino. “Yo no es que esté tocando el cielo, pero ya conseguí lo que estuve buscando durante muchos años”.