Por OLIMPIA TARDÁ, gerente del International Montessori School
psicóloga infantil, especialista en coaching familiar

¿No os ha pasado nunca el estar en un restaurante o piscina de un hotel disfrutando de una experiencia extraordinaria y haberos topado en la mesa o hamaca de al lado con una familia con un niño pequeño con pataletas recurrentes? He vivido esta situación en estos últimos días y, debe ser por estar acostumbrada a estar rodeada de niños, y a ser madre de tres, ya adultos pero que también pasaron por ello, que son situaciones que normalizo y, a su vez, empatizo con esos padres. Sin embargo, hubo otras personas que no lo hicieron y se mostraron molestas ante la pasividad de esos padres. ¿Son realmente las pataletas infantiles un problema de falta de disciplina?

Las pataletas o rabietas son una parte normal del desarrollo infantil, especialmente en los niños pequeños, suelen aparecer a los dos años pudiéndose extender hasta alrededor de los 4 o 5.  Hacia esa edad, el niño deja de ser un bebé y empieza a verse como un ser independiente   y con capacidad de decidir. Este comportamiento puede ser desafiante para los padres, pero es importante entender que son una forma en la que los niños expresan sus emociones y necesidades, son explosiones emocionales que suelen ocurrir cuando los niños pequeños se sienten frustrados, cansados, hambrientos, o cuando no pueden comunicar sus necesidades y deseos de manera efectiva porque carecen de las habilidades lingüísticas suficientes. Estas explosiones pueden incluir llanto, gritos, golpes, y a veces comportamientos autolesivos o agresivos. Suelen ocurrir por frustración al no permitírseles actuar por sí mismos o hacer lo que desean, o por falta de habilidades comunicativas, al no poder expresar sus sentimientos y necesidades con palabras; o puede ser también que se produzcan por cansancio, hambre o algún tipo de incomodidad o malestar.

¿Cómo pueden actuar los padres?

Como en muchos aspectos de la crianza, lo mejor es prevenir. Como padres sabemos aquellas circunstancias que suelen causar el comportamiento no deseado en nuestros hijos, anticípate, si sabes que suele tener hambre o sueño a determinadas horas, lleva contigo siempre lo que necesites para satisfacer esas necesidades; si se aburre ante determinadas situaciones pon en tu bolso algún tipo de juguete o entretenimiento que sepas que le guste, si es un niño que necesita mucho movimiento permítele y acompáñale en ese paseo, o caminata, …y por supuesto, tendrás que ponerle normas , pocas y claras,  y explicárselas , así como también que conozcan las consecuencias si no las cumple. Es muy positivo para ellos el establecer algunos límites no negociables, esto les da un marco de referencia y seguridad. No es No; y es fundamental también que haya   consistencia siempre y entre ambos progenitores, de nada sirve que hoy , por comodidad  o porque estemos más cansados, no actuemos ante un comportamiento no deseado y mañana sí , porque les estaremos confundiendo. Podemos ser flexibles, por supuesto, e ir adaptando dichas normas a la edad y circunstancias pero nunca ser permisivos. Porque como decía Jean-Paul Sartre: «Mi libertad se termina dónde empieza la de los demás».

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How to prevent children’s temper tantrums

Has it ever happened that you were in a restaurant or a hotel swimming pool enjoying an outstanding experience and you bumped into a family with a small child throwing constant temper tantrums on the table next to you or in the lounge chair nearby? I have experienced this situation in the last few days, and being the mother of three children, now adults but who have also been through the experience, I must be accustomed to being around children and therefore normalise these situations and empathise with the parents. However, there were other people who did not and were annoyed by the passivity displayed by these parents. Are children’s tantrums really a problem caused by a lack of discipline?

Temper tantrums are a normal part of child development, especially in young children, and usually appear at the age of two and can last until around the ages of 4 or 5.  By this age, the child is no longer a baby and begins to see themselves as an independent being with the capacity to make decisions.  This behaviour can be challenging for parents, but it is important to understand that they are a means for children to express their emotions and needs. These are emotional outbursts that often occur when young children are frustrated, tired, hungry, or when they are unable to communicate their needs and wants effectively because they lack sufficient language skills. These outbursts can include crying, screaming, hitting, and even sometimes self-injurious or aggressive behaviour. They usually occur because of frustration at not being allowed to act for themselves or do what they want, or because of a lack of communication skills, not being able to express their feelings and needs in words; or they may be caused by tiredness, hunger or some kind of discomfort or unease.

What should parents do?

As in many aspects of parenting, the best thing to do is to be preventive. As parents, we know the circumstances that usually cause unwanted behaviour in our children, so be prepared. If you know that they are hungry or sleepy at certain times, carry with you what you need to satisfy those needs; if they are bored in certain situations, place some kind of toy or entertainment items in your bag that you know they will enjoy; if they are a child who needs a lot of movement, allow them to go for a walk or a hike… and of course, you must set rules, few and clear, and explain these to them. They must also know the consequences of not complying these rules. It is very positive for them to establish some non-negotiable limits, this gives them a frame of reference and security. No means No; and it is also essential that there is always consistency between both parents, it is no use if we do not act today in the face of a temper tantrum, for reasons of inconvenience or because we are tired, and we do tomorrow. By doing so, we will be confusing them. We can be flexible, of course, and adapt these rules to age and circumstances, but never be negligent. Because as Jean-Paul Sartre said: «My freedom ends where the freedom of others begins».