Pasó septiembre y, con ello, la adaptación al cole y a los nuevos horarios. Es ahora cuando los padres nos empezamos a preguntar cómo organizar las tardes de nuestros hijos, a qué actividades extraescolares les vamos a apuntar y cuáles le van a ayudar más a prepararse para el futuro. ¡Ojo con esto! Pensar en su futuro está muy bien, pero sacrificar su presente es un riesgo que no podemos obviar.
No es extraño ver niños con “hiperagendas” tipo alto ejecutivo, con diferentes clases extraescolares, idiomas, prácticas deportivas,…sin darnos cuenta que ya pasan muchas horas fuera de casa, en el cole, y en casa, realizando tareas escolares, y que este exceso de actividades puede crearles mucha ansiedad. Por otro lado, al tener todo el tiempo tan planificado y con tantas tareas que hacer, los niños pierden la capacidad de gestionar su propio tiempo de ocio y los padres tenemos que acabar sugiriéndoles qué hacer en cada momento para que no se aburran.
Soy de la opinión de que la virtud está en el término medio y de que el sentido común es el mejor de los sentidos. Así que usemos esto para una de nuestras principales misiones en la vida, educar a nuestros hijos. Nosotros mejor que nadie les conocemos y, en base a ello, podemos ayudarles a elegir aquellas actividades que más van con su personalidad, habilidades e intereses. Es muy importante para el enganche con la misma, que sea el niño el que participe en su elección en función de sus gustos. Si somos nosotros quienes la imponemos, no se sentirá motivado y en varias sesiones acabará odiando asistir a la misma.
Dar un abanico de opciones según posibilidades familiares económicas, de conciliación horaria, cercanía al domicilio, Y , en base a ellas, que sea el niño quien opine y tome partida en su elección. La toma de decisiones es otra habilidad que, junto con la gestión del tiempo que decíamos anteriormente, sí que con total seguridad van a ayudar a nuestros hijos en su futuro, y podemos ir poniéndolas en práctica desde edades tempranas. Son muchas las decisiones que tenemos que tomar cada día y asumir las consecuencias de las mismas, así como llevar a cabo numerosas acciones durante el día y priorizar unas sobre otras, pues esto
se aprende desde pequeñitos si los adultos ofrecemos las oportunidades de aprendizaje necesarias y el ambiente que las favorezca.
Las actividades extraescolares tienen muchísimas cosas positivas y favorecen muchos aprendizajes útiles para el futuro de nuestros hijos, pero respetemos su tiempo de ocio, sus momentos de aburrimiento, de explorar, y sobre todo de compartir tiempo afectivo con la familia porque ahí también se aprende. Se
aprende a imaginar, a crear, a decidir, y , por supuesto, se aprende gestión de las emociones y afectos.