¿Por qué? Pues porque cuando sean adultos, recurrirán a ellos para buscar instantes de felicidad y, esto , les ayudará en momentos de dificultad. Según los expertos, tener recuerdos afectuosos de la infancia está relacionado con mejor salud, menores cantidades de estrés, menos depresión y menos enfermedades crónicas en la edad adulta.
Pero, ¿Cómo podemos crear este tipo de recuerdos ? A través de experiencias. Ahora que llega el verano y con él, las vacaciones, bajemos el ritmo de estrés soportado durante todo el año y disfrutemos de esos pequeños placeres que la vida nos ofrece y que por el ruido del día a día no disfrutamos. Nuestros hijos no recordarán el juguete que compramos este o aquel verano, pero sí las tardes de juego juntos, las risas, los abrazos, las noches de pelis,…y todas aquellas pequeñas tradiciones que llevamos a cabo como familia y sobre la que ellos , construirán una sana relación de apego y un esquema fundamental de valores que les guiarán siempre. Hoy sabemos que durante los primeros años de la vida de un niño, lo que más importa para su desarrollo no es la cantidad de cosas o de información que recibe, sino la atención afectiva recibida a través del modelo de apego que desarrolla con su cuidador principal.
Así que, demos un descanso a las pantallas y pasemos tiempo de disfrute familiar. Las asociaciones de pediatría alertan sobre el uso de las mismas y hoy sabemos que los niños aprenden a través de experiencias reales y por medio de relaciones interpersonales. Lo que experimenta ( toca, huele, saborea, ve, oye y siente ) y con quién , forja su memoria y a la larga su identidad. Según Catherine L,ecuyer, autora de Educar en el asombro, “el cerebro humano está hecho para aprender en clave de realidad y los hechos nos indican que los niños aprenden a través de experiencias sensoriales concretas que no solamente les permiten comprender el mundo, sino también comprenderse a sí mismos. La tecnología es útil y maravillosa en mentes preparadas para usarlas, no en mentes inmaduras que todavía no tienen capacidad de autocontrol”.
Sustituyamos entonces el móvil y la Tablet por una amplia oferta de actividades compartidas como paseos en bici, patinar, nadar, rutas caminando, excursiones a la naturaleza, lecturas , actividades creativas, cantar, bailar, jugar, visitas y planes con otros miembros de la familia como los abuelos, pilares muy importantes en la educación de sus nietos y grandes transmisores de valores. Durante unos días , tomemos conciencia de que el bien más preciado del que disponemos es el tiempo, y de que el tiempo pasa muy muy rápido, antes de que nos hayamos dado cuenta el verano habrá pasado y con ello la vuelta a la rutina y a las prisas.
Aprovechemos cada segundo de este periodo estival para gastar en nuestro bien más preciado, nuestra familia. Creemos recuerdos maravillosos que nos sirvan de sostén. Feliz verano.