Por OLIMPIA TARDÁ, gerente del internacional montessori school Psicóloga infantil, especialista en coaching familiar

En situaciones como las que nos ha tocado vivir en estos tiempos se pone de manifiesto más que nunca la capacidad de adaptación y de afrontar las situaciones complicadas que tenemos los seres humanos. A esta capacidad de la mente humana se le llama en la psicología actual, resiliencia.  Pero, ¿nacemos siendo resilientes  o, por el contrario, es algo que aprendemos?, y si es así ¿qué hace que una persona sea más o menos resiliente? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a serlo y prepararles así para las dificultades que encontrarán a lo largo de sus vidas?. Según la Academia Americana de Pediatría, podemos fomentar esta capacidad a través de la crianza. Han desarrollado una guía para que los padres puedan aprender a desarrollar la resiliencia de los hijos mediante el modelo de las 7C:

1-Competencia : Ayudemos a los hijos a sentirse competentes, para ello tenemos que permitirles tomar decisiones y no relacionar el error con algo negativo si no con algo de lo que podemos sacar aprendizajes positivos. Dejémosles actuar, sólo así crearán el sentimiento de autosuficiencia. 

2-Confianza: Reconozcámosles sus éxitos, ayudémosles a creer en sus habilidades y generemos situaciones donde puedan ponerlas en práctica, sólo con palabras no desarrollarán sentimientos de capacidad y confianza, tienen que experimentarla. 

3-Conexión: Hagamos que la familia se convierta en un entorno seguro física y emocionalmente para los hijos, donde puedan expresar sentimientos, donde se puedan abordar tanto los conflictos como la búsqueda de soluciones. Crear momentos donde compartir charlas, fomentar la comunicación. La mayoría de los padres piensa que lo que los hijos necesitan es amor, pero el amor solo no crea sentimiento de pertenencia y conexión, el amor solo puede llevarnos a un exceso de mimos, y lo que los hijos necesitan es saber que se les acepta incondicionalmente por “ser”, no por lo que saben hacer o por cómo se comportan.

4-Carácter: Inculcar valores, lo que está bien y lo que no, ayudarles a aprender cómo el comportamiento de uno puede afectar a los demás.

5-Contribución: Hacerles saber que el mundo puede ser un lugar mejor sólo porque ellos forman parte de él y su contribución puede aportar mucho a otras personas, así como al entorno. Educar en la generosidad. 

6-Confrontación: Enfrentar el estrés, gestionarlo, enseñarles a afrontar las situaciones con actitudes positivas. 

7-Control:  Los acontecimientos son fruto de nuestros actos y decisiones, y los hijos tienen que saber que sus conductas y decisiones tendrán consecuencias de las que tendrán que responsabilizarse. La disciplina se transmite por la enseñanza no por el castigo. Actuar con disciplina es enseñar, es ayudarles a entender que sus actos producen ciertas consecuencias. 

La mayoría de nosotros hemos integrado las ideas sobre cómo educar de nuestros antepasados, creemos que hay que hacer sufrir un poco al niño o de lo contrario no aprenderá nada. Pero nuestra sociedad ha cambiado, cambiemos también nuestra manera de educar. Eduquemos para la vida.