Por Antonio Pérez Girón

La magnitud de la crisis provocada por la pandemia de coronavirus ha alcanzado cotas absolutamente imprevisibles. Cualquier programa de gobierno ha quedado desbordado, pasando, medio mundo, a una situación de excepcionalidad donde lo más lacerante es la pérdida de vidas humanas.

Todos quisiéramos que superada la crisis, quedara lo mejor de una ciudadanía solidaria, la que ha aflorado en circunstancias tan severas, por encima de aprovechados, charlatanes de tertulia, activistas del bulo y políticos sin altura de miras.

Con una economía resquebrajada a todos los niveles quiero acordarme de los trabajadores de la cultura, a los que un partido político ha llamado ‘titiriteros’, de manera peyorativa.

La gran mayoría de estos creadores y artistas atraviesan una situación extrema, muchos de los cuales sobreviven, en buena medida, gracias a las programaciones de instituciones públicas, hoy paralizadas.

En el caso de mi ciudad, San Roque, que desde que se instauró el régimen democrático supo situarse como capital cultural de la comarca, ha visto suspendidos en todo el municipio cerca de un centenar de actividades, entre ellas programas tan emblemáticos como el Curso de Verano, el Festival Internacional del Cortometraje, o los festivales dedicados a los títeres, la música, la danza y el teatro.

En un intento de paliar ese penoso panorama, la Delegación Municipal de Cultura ha puesto en marcha una serie de actuaciones musicales de artistas y grupos del municipio a puerta cerrada, que luego son emitidas por Internet. Al mismo tiempo, ha creado diferentes talleres culturales que llegan a un público de diferentes edades a través de la misma fórmula.

Iniciativas que, aparte de favorecer el trabajo de los artistas que han visto sus contratos suspendidos, mantienen el latido de la cultura en una ciudad donde ésta siempre ha sido su mejor carta de presentación. Y que no se resigna a dejar de serlo, a pesar del temporal que intensamente azota la vida ciudadana.

Pasará este triste temporal y parangonando al trovador cubano Pablo Milanés “Yo pisaré las calles nuevamente”. Pisaremos las calles nuevamente y se volverán a montar escenarios y asistiremos a conciertos, visitaremos museos y escucharemos conferencias. Como una nueva primavera la cultura volverá a florecer. Los ‘titiriteros’ podrán ganarse el pan de cada día y volveremos a ser más libres. Y volviendo a Milanés y su antigua canción, “y en una hermosa plaza liberada me detendré a llorar por los ausentes”.