El profesor de natación más querido y popular de Sotogrande hace un obligado paréntesis este verano, pero desea volver a la enseñanza que cada verano desde el año 77 le ha dado tantas satisfacciones
Por Reyes Seijas
Sucede que a veces, en la vida se dan coincidencias que resultan extraordinarias. Por un lado están las personas que marcado un objetivo, se forman y preocupan por alcanzarlo. Por otro lado están aquellas que nacen con una vocación innata, añaden el aprendizaje preciso y son guiadas bajo la perspicacia de un camino bien andado. Y luego está Vidal Fernández, una de esas personas que aúna las dos primeras opciones.
Afable, enérgico, cercano, vitalista, sentimental y sumamente educado y profesional, el profesor de natación más popular y querido que han tenido nunca las familias de Sotogrande, compartió con SGplus los recuerdos de 43 años dando clases de natación en el club de playa El Cucurucho (hoy Trocadero). Por sus manos han pasado padres, hijos y nietos.
Tras haber terminado el servicio militar en el norte de España, este profesor de Puente Genil (Córdoba) licenciado en Educación Física por el INEF de Madrid, llegó a La Línea para ejercer de profesor en el Instituto Virgen de la Esperanza en 1977. Ese mismo verano dando clases de natación, alguien le aconsejó que fuese a Sotogrande a buscar trabajo. Y movido por su carácter decidido llegó un día al club de playa, con la suerte de que la primera persona con la que tuvo contacto fue Miguel Preysler, quien le indicó que hablase con Richard Denman, el entonces director de El Cucurucho.
Por aquellos tiempos, cercano el fallecimiento de Franco, la incursión de Vidal en Sotogrande pasó el visto bueno por una completa formación acreditada y documentos que certificaban ser persona de buena conducta. Desde entonces y hasta el año pasado, el club de playa ha sido el escenario donde cada verano, tras finalizar el curso escolar, Vidal desarrollaba su labor como profesor de natación. Miles de niños, muchos de ellos hoy ya adultos, han aprendido a desenvolverse a la perfección en el agua.
Si bien al principio para un joven profesor de Educación Física con especialidad en natación, el salto cuantitativo que suponía dar clases en Sotogrande era un importante aliciente, con el paso de los años lo que más ha pesado ha sido su fuerte vinculación con numerosas familias que le han hecho sentir como en casa. “Conservo muy buenos recuerdos, muy buenos amigos sin yo estar en la escala de ellos, porque me lo han demostrado y esas cosas no se olvidan”, nos contaba. Además le ha permitido disfrutar de su familia: “mis hijas se han criado en Sotogrande, es como si fuera mi segunda casa”.
En el discurso de Vidal se repiten apellidos como Zóbel, Oriol, Urquijo, Domecq, etc. Son solo un pequeño ejemplo de las familias que han pasado por sus manos. Y que cada verano llegaban a Sotogrande con el deseo de que los pequeños de la casa aprendieran a nadar y participasen en las múltiples actividades infantiles que durante años también organizaba Vidal. Pero sin duda lo más popular eran las míticas Olimpiadas de Natación, que el último sábado de cada mes de agosto congregaba en El Cucurucho a padres e hijos para celebrar una jornada de competición y convivencia.
El verano pasado ha sido el primero que las clases de Vidal no se han desarrollado en las mismas instalaciones, pero la generosidad de las buenas amistades que conserva en Sotogrande hizo que su enseñanza continuara de manera privada. Este es el primer verano que hace parada obligada, debido a una intervención quirúrgica, pero su pretensión es volver a la acción.
Vidal Fernández es un apasionado del dominó y de la enseñanza en su sentido más amplio. Se considera un competidor nato y a sus 69 años, después de haber practicado también otras disciplinas, como judo, atletismo, volleyball, baloncesto, balonmano o karate, en la actualidad sigue activo con la natación y el senderismo. Piensa que el progreso es lo más importante para cualquier profesional y buena parte del secreto de su éxito como profesor de natación en Sotogrande durante más de cuatro décadas ha sido el uso de la psicología.