Por OLIMPIA TARDÁ, gerente del Internacional Montessori School
Psicóloga infantil, especialista en coaching familiar

Llega septiembre y con él, el fin de las vacaciones, vuelta a las rutinas y al cole. Para muchos, es un mes de comienzos, de cambios y de nuevos propósitos.

Tenemos 10 meses hasta el próximo verano, es momento de reflexionar y proponerse metas que cumplir. Para las familias, es un mes difícil por lo que conlleva de gastos a nivel económico , así como de reajustes de horarios , pero también por lo que implica a nivel emocional para todos, especialmente para los niños.

Muchos de ellos, tendrán que enfrentarse por primera vez a la escuela, otros a un nuevo colegio y con ello, a establecer nuevas amistades y relaciones con otros profesores. Otros muchos, incluso a un cambio de ciudad,.. situaciones todas que generan estrés y ansiedad.

Una vez más, los padres y educadores tenemos un papel fundamental en que este proceso sea mucho más llevadero para nuestros hijos y alumnos. Ellos son grandes imitadores y, por ello, tenemos que dar ejemplo de cómo afrontar el día de una manera más relajada.

Nosotros somos los adultos y sabemos calcular los tiempos para llegar a tiempo al colegio, los niños no tienen esa conciencia de tiempo aún, por tanto mantengamos expectativas realistas y ofrezcamos apoyo en lugar de culpabilizarlos. La gestión del tiempo es una habilidad que tienen que ir aprendiendo. Cuidemos nuestro lenguaje y tono de voz.

Es muy normal con las prisas perder los nervios y usar batería de preguntas y reproches, “¿Dónde está mi mochila?”, “Tómate el desayuno”, “eres muy lento”, “vamos a llegar tarde”, “corre que llegaremos tarde”, ….Este tipo de situaciones son muy comunes, pero hacen que empecemos el día con una sensación de prisa y estrés que podemos evitar sólo con pequeños cambios como levantarse 20 minutos antes y dar la opción al niño de colaborar para que se sienta más empoderado y repita esos comportamientos en el futuro.

El cambio de lenguaje es un recurso muy valioso, el cómo pedimos y decimos las cosas a los niños puede conllevar un cambio en su actitud. Si en lugar de las frases anteriores, exponemos la situación y le implicamos en su resolución, ellos se valorarán más y crearán seguridad en sí mismos en lugar de ansiedad.

Por ejemplo, si en vez de gritarle es que vamos a llegar tarde porque eres muy lento, podemos decirle tienes el desayuno en la mesa y en 10 minutos nos vamos, o en lugar de ¿has cogido la mochila? no te olvide la mochila que tú eres capaz de dejártela en casa…Has revisado tu mochila, ¿qué te falta?

Siempre nuestra actitud será su espejo. De la misma manera, la forma en la que nosotros como padres afrontemos la vuelta al cole, determinará cómo ellos la vivan. Aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos.

Si queremos que nuestros hijos vivan este momento con alegría y positividad, tenemos que hacer el esfuerzo de darles ese ejemplo. Buen comienzo de curso.