ENTREVISTA VÍCTOR CLAVIJO, ACTOR
El actor algecireño decidió dejar Derecho para estudiar Interpretación en Madrid, la mejor decisión. Hoy acumula experiencia, reconocimiento y madurez, que auguran la continuidad de su larga trayectoria como actor
Por Reyes Seijas
Recitales de poemas, reguetón o canciones pop que has protagonizado y se han hecho virales durante el confinamiento y la serie rodada en casa con su mujer, la actriz Montse Pla, Diarios de la cuarentena. ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿En qué ha cambiado la cuarentena a Víctor Clavijo?
Tanto la serie como los recitales me han mantenido ocupado y me han evitado la posibilidad de sucumbir no solo al aburrimiento, sino también a la preocupación o la ansiedad por lo que estaba sucediendo. Hubo un momento en que decidí apagar la televisión y me refugié en actividades creativas. La grabación de la serie nos mantenía muy ocupados. Los recitales, que surgieron de un modo espontáneo, me mantenían más ocupado, creativo y me daban muchas alegrías al comprobar que estaban llegando a una gran cantidad de personas y que estaban animando su confinamiento. Sentía que estaba haciendo algo útil. Cuando se desató la pandemia, me preguntaba qué podía aportar, qué lugar nos queda a los artistas en una situación así. Encontré la respuesta llevando arte, humor y esperanza a los demás.
Siempre he sido muy celoso de mi intimidad y no he sido muy dado a colgar vídeos personales en redes. Las dos cosas cambiaron durante el confinamiento. Cuando alguien me dice “gracias por animar mi confinamiento”, vuelvo a reconciliarme con el sentido de mi oficio, con el valor social del mismo y de la cultura en general, como un instrumento terapéutico al servicio de la comunidad.
¿Cómo prepara sus personajes para llegar a ese nivel de interpretación? ¿Se deja guiar más por el instinto o por el análisis?
Cuando empecé a actuar a los quince años en un grupo de teatro del Campo de Gibraltar, era bastante intuitivo. La imaginación y las ganas eran todo con lo que contaba como herramientas actorales. Más adelante, cuando estudié interpretación, me convertí durante muchos años en un actor analítico, obsesionado con la técnica. Pero en los últimos años he vuelto a recuperar el placer de la intuición. La técnica y el análisis ya están asimilados y vuelvo a permitirme dejarme llevar por el instinto.
¿Cómo ha evolucionado el actor que comenzó haciendo teatro en Algeciras al intérprete que hoy acumula una imponente trayectoria de trabajo en teatro, cine y televisión?
Vuelvo a reencontrarme, como te decía, con ese placer por el juego y el instinto que tenía a los quince años. No dejo de aprender, equivocarme y acertar, pero sin duda la experiencia te hace tomarte las cosas con más tranquilidad. El de actor es un continuo trabajo sobre sí mismo, pero también de estudio de las emociones humanas en general. Creo que he aprendido a relajarme, a perdonar mis fracasos, a no exigirme tanto y a confiar en el instinto artístico. Y creo que he aprendido a no forzar, a buscar la sencillez y a aceptarme.
A nivel interpretativo, ¿qué es lo que más le interesa como actor?
Abordar realidades distintas a la mía. En ese proceso, curiosamente, uno llega a conocerse mejor. Lo paradójico es que cuenta cosas de sí mismo incluso en los personajes más opuestos a uno mismo, y esto es lo verdaderamente interesante. Se convierte en algo terapéutico, sin buscar la terapia como fin en sí mismo. En este proceso de búsqueda hay mucho de imaginación y observación de los demás. Pero el acto interpretativo requiere de un salto de fe por parte del actor y para ello hay que dejar la cabeza a un lado y jugar.
¿Hasta qué punto deja que la autocrítica y la autoexigencia le influyan para su crecimiento como intérprete?
La autocrítica te ayuda a crecer y a no bajar el listón de calidad y exigencia como artista, pero hay un límite. Yo he tardado en establecer ese límite. Y para mí el lugar es donde aparece el ego. He tardado en aceptar que no soy perfecto. Un exceso de autocrítica o autoexigencia puede paralizar, tensar y coartar la libertad y la chispa creativa. El miedo a equivocarse puede frenar tu trabajo o convertirlo en algo mediocre. En el riesgo, sin embargo, hay grandes posibilidades de éxito.
Cuando uno pone su trabajo al servicio de la historia y del público, sin esperar nada a cambio, puede hacer cosas maravillosas. Las expectativas sobre uno mismo o sobre el resultado final son un gran enemigo del actor. Uno tiene que saber cuál es el momento para cada cosa: hay un tiempo de preparación técnica y estudio del personaje y un tiempo para que el instinto tome las riendas y dejar que se produzca la magia.
¿Es la devoción por la fotografía una extensión de su sentir artístico? ¿Qué podremos ver en septiembre en el Festival Revela-T de Barcelona?
Creo que sí. Con la fotografía aprendí a mirar, a focalizarme en el presente, en el instante, a poner la mirada fuera de mí, en el otro….Y esa es una gran lección para un actor. A veces me resulta tan adictiva, porque me saca de la cabeza y me conecta con lo que me rodea, con el mundo. Me me despierta las ganas de viajar y de conocer otras realidades.
En el Festival Revela-T de Barcelona se podrá ver una selección de 21 fotografías de compañeros actores en el momento de preparación antes de actuar. Son 21 instantáneas realizadas en camerinos de teatro, cine o televisión y en sets de rodajes que reflejan ese momento de concentración, soledad o risas del actor frente al espejo en el proceso de transformación del personaje. Todas las fotos son analógicas y reveladas por mí en un laboratorio fotoquímico.
¿Dónde seguiremos viendo a Víctor Clavijo? ¿Algún proyecto del que nos pueda hablar?
En unas semanas me incorporo al rodaje de la serie Ana Tramel, protagonizada por Maribel Verdú, para Televisión Española. Y en septiembre volveremos a los Teatros de Canal en Madrid con Lehman Trilogy. Y tengo pendiente de confirmación el rodaje de la segunda temporada de Hernán, la serie que hice en México para Amazon Prime Video.